Claves de lectura e interpelación de Iglesia, servidora de los pobres ? editorial Ecclesia
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Claves de lectura e interpelación de Iglesia, servidora de los pobres ? editorial Ecclesia
A lo largo de sus ya casi cincuenta años de historia, la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha ejercido y ejerce una misión y servicio de guía, colegialidad y comunión mediante distintas iniciativas, planes y programaciones de acción pastoral, convocatorias de ámbito nacional y también, y de modo muy luminoso, a través del ejercicio de su específica dimensión doctrinal. Numerosos son, en este último sentido, los documentos que jalonan la trayectoria de la CEE y que han prestado un extraordinario servicio de clarificación y de respuestas a las demandas y signos de los distintos tiempos y coyunturas históricas y a las necesidades, en suma, del Pueblo de Dios que peregrina en las distintas Iglesias particulares de España.
No es preciso hacer ahora un elenco, por sumario que fuera, de algunos de los espléndidos documentos que a lo largo de estas cinco décadas ha emanado la CEE. Baste con decir, alto y claro y sin concesión alguna a la autocomplacencia o al oportunismo, que la instrucción pastoral Iglesia, servidora de los pobres, aprobada en la última Asamblea Plenaria de la CEE, se inserta con pleno derecho y merecimiento y con toda su fuerza y carga de iluminación e interpelación pastoral entre los mejores documentos de la reciente historia colectiva de nuestro episcopado.
¿Qué es Iglesia, servidora de los pobres? ¿Cuáles son sus razones, expectativas y claves? Es, en primer lugar, la escucha desde el Evangelio del gemido del Pueblo de Dios que peregrina en España. Un pueblo que se ha visto sacudido y herido por la crisis económica y por las raíces morales, no solo económicas, que esta crisis conlleva. Por supuesto que la crisis habría sido y seguiría siendo ?más allá de los parámetros macroeconómicos que auguran la recuperación y una próxima salida de ella- mucho peor, mucho más grave y lacerante, si no hubiera sido por tantas acciones y ejercicios de generosidad y solidaridad de nuestras Cáritas, Conferencias de San Vicente de Paúl, parroquias, instituciones, voluntariados y gestos anónimos. Por supuesto. Pero es también bueno, como hacen nuestros obispos en el documento, pedir "perdón por los momentos en que no hemos sabido responder con prontitud a los lamentos de los más necesitados".
En segundo lugar, esta instrucción pastoral de la CEE, que ecclesia pública hoy íntegramente en sus páginas 10 a 22, nutre sus contenidos y lanza sus propuesta no desde ideologías políticas, económicas o sociales al uso, emergentes, caducadas o recicladas, sino desde ese acervo de Evangelio y hontanar de nueva y mejor humanidad que es la Doctrina Social de la Iglesia. Como afirmó en la presentación del documento, el lunes 27 de abril, el secretario y portavoz de la CEE, este "no es un documento contra nadie, no es la palabra de un contrincante político en tiempo electoral", sino "la voz de la Iglesia que quiere hablar a los fieles, y una iluminación a los problemas que tiene nuestro país". "No es un documento político, ni mucho menos partidista; es la voz de la Iglesia, que no puede quedar reducida a las sacristías, sino que tiene una palabra que decir en sociedad desde la Doctrina Social de la Iglesia".
Reclamar, pues, un pacto social de Estado contra la pobreza y la exclusión; volver a alertar sobre las causas profundas que han generado la crisis ?entre las que se encuentra la negación práctica de Dios y de la dignidad inviolable de todas las personas-; denunciar la idolatría y el pecado de la corrupción y de la avidez insaciable y a cualquier precio de dinero y de lucro; rechazar una economía sin rostro humano y sometida a la dictadura de los mercados, de los poderes económicos y de la banca; prevenir frente a la creciente "cultura" de la indiferencia, de la insolidaridad y del descarte, no es alentar o condenar opciones políticas partidistas, sino proponer Evangelio, cuyo corazón ?como nos recuerda y practica el Papa Francisco- es de los pobres.
"En la Iglesia, queremos ser buena noticia para los pobres, y necesitamos convertirnos también en liberadores de las pobrezas", subrayó, en la presentación de la instrucción, su ponente, monseñor Omella. Y para ello "necesitamos una sólida espiritualidad basada en el compromiso, la lucha contra la injusticia y el amor de Dios". Este es, sí, el reto que demanda el Evangelio y al que nos toca, pues, aplicarnos.