Cuando nace el alba, por José-Román Flecha Andrés en Diario de León (8-9-2018)

Cuando nace el alba, por José-Román Flecha Andrés en Diario de León (8-9-2018)

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Cuando nace el alba, por José-Román Flecha Andrés en Diario de León (8-9-2018)

¿Quién es esta que despunta como el alba, hermosa como la luna, refulgente como el sol, imponente como un batallón?" Estos versos tomados del Cantar de los Cantares (6,9) sirvieron a San Juan de Ávila como base para un sermón predicado en la fiesta de la Natividad de la Virgen, que se celebra el día 8 de septiembre.

Para no alargarse demasiado, el Santo se fijaba en tres condiciones del alba, que constituyen otras tantas imágenes aplicables a nuestra Señora.

En realidad, María "no solamente fue mensajera, mas aun madre por parecer en todo al alba, que se dice ser madre del sol". De hecho, todo el tiempo que Jesús anduvo por el mundo puede compararse con el día, en que el sol anda sobre la tierra.

Pues bien, dirigiéndose a María, añade el Santo: "Así en vos, Señora, llovió y cayó aquel bienaventurado rocío, el cual con gracia humedece nuestras sequedades, hace fructificar nuestras ánimas".

Con palabras recias, afirma el Santo que María es enemiga del pecado, por más que sus pretendidos devotos sean aficionados a rezos, romerías o candelas en su honor. Para agradar a María hay que desprenderse de la arrogancia, de la soberbia, de los vicios y en concreto del mal uso de la lengua.

El sermón de san Juan de Ávila está cuajado de citas y referencias bíblicas. Es cierto que es una ardiente exhortación a los fieles para que abandonen su vida de pecado. Pero incluye una jugosa y bien fundamentada enseñanza sobre la fe cristiana.

La fiesta de la Natividad de María es evocada por el pueblo cristiano con los múltiples títulos bajo los cuales venera a la Madre de Jesús. Con todos ellos se compagina la oración que san Juan de Ávila incluye en su sermón:

"¡Oh bendita Madre de Dios! ¡Cuán bien empleado es cualquier trabajo por vos y por veros a la diestra de vuestro Hijo! ¿Qué trabajo, Señora, no tomaremos? Pienso de verdad que una gran parte de la gloria de los bienaventurados es ver a la serenísima Madre de Dios en el cielo ¿Qué haremos, Señora, para veros? ¿En qué os serviremos?".

Esos interrogantes nos interpelan también a nosotros. Nuestra devoción a la Madre de Dios no puede quedar en palabras vacías.

José-Román Flecha Andrés

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