Día de Darwin: catolicismo y creacionismo, por Alfonso V. Carrascosa, científico del MNCN-CSIC

Día de Darwin: catolicismo y creacionismo, por Alfonso V. Carrascosa, científico del MNCN-CSIC

Alfonso V. Carrascosa

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Día de Darwin: catolicismo y creacionismo, por Alfonso V. Carrascosa, científico del MNCN-CSIC

Una de las evidencias que demuestra la obcecación, ignorancia y dificultad de escucha de científicos actuales es el que confundan de manera contumaz catolicismo con creacionismo. Vamos con ello. Y es que por lo visto hoy es el día de Darwin, padre de la Teoría de la Evolución, que naciera un 12 de febrero de 1809. En sus libros "El origen de las especies" (1859) y "El origen del hombre" (1871), jamás dejó escrito que dicha teoría fuese utilizable contra la Iglesia Católica como la prueba de la inexistencia de Dios, entre otras cosas porque no era materialista. No sólo eso, Darwin era cristiano anglicano cuando publicó sus obras. De hecho, el único título universitario que llegó a poseer fue el de licenciado en teología anglicana.

Aunque próximo a su fallecimiento se confesase agnóstico, con anterioridad dejó escrito al final de su obra "El origen de las especies" que "No veo ninguna razón válida para que las opiniones expuestas en este libro ofendan los sentimientos religiosos de nadie?Un famoso autor y teólogo me ha escrito que "gradualmente ha ido viendo que es una concepción igualmente noble de la Divinidad creer que Ella ha creado un corto número de formas primitivas capaces de transformarse por sí mismas en otras formas necesarias, como creer que ha necesitado un acto nuevo de creación para llenar los huecos producidos por la acción de sus leyes?". Paul White, profesor de Historia de la Ciencia en la Universidad de Cambridge y experto en la documentación epistolar de Darwin, no duda en afirmar que cuando escribió "El origen de las especies" era un cristiano creyente, muy alejado de posturas ateas y materialistas de coetáneos suyos como Thomas Huxley o Ernst Haeckel.

Charles Darwin (1809-1882), que enunció la Teoría de la Evolución, un naturalista sin título académico planteaba una explicación evolutiva para entender la realidad biológica visible, fue por tanto un científico de formación cristiana, anglicana concretamente ?interesante para que lo tengan en cuenta quienes denigran la enseñanza religiosa- que acabó sus días cerca de posturas agnósticas, por motivos que no dejó claros. Nunca vio Darwin, ni nadie ha visto jamás, a una especie evolucionar y originar otra. Darwin nunca dijo que su teoría demostraba la inexistencia de Dios.

El español Francisco J. Ayala, que fuera fraile dominico, actualmente es profesor del Departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Irvine, USA. También es miembro de la Academia Nacional de las Ciencias de Norteamérica. Entre los méritos y las distinciones que le han sido otorgados al Profesor Ayala destacan el hecho de haber recibido la Medalla Nacional de las Ciencias de Estados Unidos. Gracias a su gran prestigio profesional fue elegido como uno de los miembros del comité de asesores del expresidente Bill Clinton. También fue presidente de la American Association for the Advancement of Science (AAAS). Francisco Ayala es uno de los científicos españoles con mayor prestigio internacional. Es autor de varios libros, entre los que destacan: Origen y evolución del hombre (Alianza Editorial, 1980); La teoría de la evolución. De Darwin a los últimos avances de la genética (Temas de Hoy, 1994); Senderos de la evolución humana (Alianza Editorial, 2001); La piedra que se volvió palabra (Alianza Editorial, 2005); estos dos últimos libros en colaboración con Camilo José Cela Conde. En el año 2000 fue investido Doctor Honoris Causa por la Unviersitat de València.

En el prólogo de su obra "Darwin y el diseño inteligente. Creacionismo, cristianismo y evolucionismo" (Alianza Editorial: Madrid, 2007. 231 págs), Ayala manifiesta: "El mensaje central de este libro es que no hay contradicción necesaria entre la ciencia y las creencias religiosas", que es lo que pensamos los católicos. Al referirse al lo que el denomina "ultradarwinismo"-que defiende la aparición del hombre como un fenómeno meramente material- , se refiere a los tristemente célebres Dawkins y al historiador de la ciencia William Provine, de los que comenta: "podemos conceder a estos autores su derecho a pensar como quieran, pero no tienen ninguna autoridad para basar su filosofía materialista en los logros de la ciencia?la ciencia no implica el materialismo metafísico". Al creacionismo lo sitúa en las antípodas del ultradarwinismo, y lejos de la postura conciliadora del catolicismo. De ahí que confundir creacionismo con catolicismo sea muy equivocado.

Los creacionistas asumen íntegra y literalmente la presentación de los orígenes del universo y del hombre que recoge el Génesis, primer libro de la Biblia, y se declaran por ello contrarios a toda idea evolucionista, darwinismo incluído. Poco o más bien nada parecen los creacionistas haber admitido la doctrina de la Iglesia Católica, que en esta materia entiende que lo más importante de los relatos bíblicos de la creación son el sentido, y no la forma, haciendo así conciliables evolucionismo y fe, con tal que esto no comporte llegar a admitir que la aparición del cosmos y de la humanidad obedece en exclusiva a la casualidad y no al poder creador de Dios, que puede haberse manifestado a lo largo de un proceso formalmente evolutivo y progresivo hasta nuestros días.

Ya en 1868, a los pocos años de hacerse pública la propuesta darwiniana, el sacerdote católico Raffaelo Caverni postuló la compatibilidad entre evolucionismo y fé en su obra "Nuevos estudios de filosofía. Discursos a un joven estudiante". Su tesis – tomada del científico católico Galileo – de que la Biblia no contiene falsedades y tiene el cometido más de llevarnos al cielo que de describir verdades científicas, permitían un distanciamiento de la ya entonces extendida postura literalista, siempre que se aceptara un evolucionismo teísta y finalista. Más tarde Pío XII, en 1950, en un intento de reducir la creciente confrontación, más ideológica que otra cosa, apuntaba en la Humani generis que el evolucionismo era una teoría que debía ser estudiada, y que en ningún caso el alma provenía de otro lugar que no fuera Dios mismo. Esta tendencia conciliadora de la Iglesia Católica ha llegado a nuestros días: evolución y creación de Dios son compatibles siempre que no se atribuya a la evolución un alcance que no tiene. A este respecto decía san Juan Pablo II "…la evolución presupone la creación, y la creación se presenta a la luz de la evolución como un suceso que se extiende en el tiempo…no existen obstáculos entre la fé y la teoría de la evolución, si se las entiende correctamente…" llegando a afirmar en 1996 frente a la Asamblea de la Pontificia Academia de Ciencias que "…el evolucionismo es algo más que una hipótesis…".

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