La división de los cristianos es un escándalo
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La división de los cristianos es un escándalo
La división de los cristianos es un escándalo y un obstáculo para la difusión del Cristianismo en el mundo porque repugna abiertamente a la voluntad de Cristo Jesús que quiere que haya una sola y única Iglesia al decir: Que todos los creyentes cristianos fuesen uno, como tú, Padre, está en mí y yo en ti, para que también ellos sean uno en nosotros, y mundo crea que tú me has enviado (Jn. 17, 219. En este sentido, el concilio Vaticano II afirma: La división de los discípulos de Cristo abiertamente repugna a la voluntad de Cristo y es piedra de escándalo y obstáculo para la causa de la difusión del Evangelio por todo el mundo.
Los cristianos nos hallamos divididos por ciertas creencias dogmáticas, disciplinarias y litúrgicas diversas que dieron lugar a las distintas Iglesias: católica, copta, armenia, melquita siria, ortodoxa, luterana, anglicana, calvinista, evangelista y a otras comuniones eclesiales, tales como, los testigos de Jehová, mormones, metodistas, etc.
Las creencias diversas de la Iglesia copta, armenia y melquita siria con las de la Iglesia católica, establecidas en los siglos IV y V, son sobre los misterios de Dios Trino, la filiación divina de Jesús de Nazaret y la maternidad divina de Virgen María. Las creencias diversas de la Iglesia ortodoxa griega y rusa con la Iglesia católica, establecidas en el 1054, son la negación del primado del obispo de Roma sobre los obispos de Constantinopla, Jerusalén, Antioquia y Alejandría y su obediencia, aceptándolo sólo como primus inter pares.
Las creencias de las Iglesias luterana, anglicana y calvinista, originadas en siglo XVI, con la Iglesia católica, son: la Biblia como fuente única de la fe cristiana, la justificación de la persona humana por la sola fe en Cristo Jesús, dos sacramentos, bautismo y eucaristía, siendo ésta solamente memoria de la cena última del Señor, niegan la permanencia de del cuerpo y sangre de Cristo Jesús bajo las especies de pan y de vino, las indulgencias, el purgatorio, el primado del obispo de Roma y su infalibilidad y no admiten el culto a las imágines de los santos.
A estas diferentes creencias cristianas dogmáticas, disciplinarias y litúrgicas, base y fundamento de las citadas Iglesias que separan a los cristianos, es necesario buscarles una forma y manera evangélica que las unifique a la luz de la voluntad de Cristo Jesús expresada en los Evangelio de que todos los cristianos somos hermanos unidos en sola Iglesia bajo la cabeza de un solo Pastor y que el apóstol san Pablo confirma al enseñar: La Iglesia es el cuerpo de Cristo Jesús.
La Iglesia católica celebra en este año 2015 el octavario de la oración por la Unión de los Cristianos, desde el 15 al 25 de este mes enero, bajo el lema: Dame de beber, palabras que Cristo Jesús, siendo judío, dirigió a una mujer samaritana a orillas del pozo de Jacob en Samaria.
En tiempos de Cristo Jesús, aunque los judíos y los samaritanos se regían por la Ley Mosaica, sin embargo tenían sus propias y diferentes creencias, interpretaciones y aplicaciones mosaicas. Los judíos miraban a los samaritanos con desprecio e indiferencia y no tenían relación ninguna con ellos. De ahí que la samaritana le dijese: Cómo tú, siendo judío, me pides a mi agua para beber siendo yo samaritana.
Hoy, en este octavario por la Unión de las Iglesias, Cristo Jesús nos recuerda a todos los cristianos y de manera especial a los jefes de las mencionadas Iglesias lo que le dijo a la samaritana: Si conocieras el don de Dios y quien te pide dame de beber, tú se lo pedirías a él, y él te daría agua viva con la que nunca tendrás sed, porque será como un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.
Ese donde de Dios, que es el agua viva con la nunca tendremos sed y salta a la vida eterna, es la fe en Cristo Jesús, Salvador de los seres humanos y esperanza de una vida más allá de la muerte en el Reino de los cielos. La súplica que los cristianos de las diferentes Iglesias debemos elevarle a Cristo Jesús, en este octavario de la Unión de las Iglesias, es la de la samaritana: Señor, danos de esa agua viva para que no tengamos más sed y salte a la vida eterna (Jn. 4, 7-15), para que tengamos una sola fe y una sola Iglesia, comunidad fraternal de vida, esperanza y amor, bajo única cabeza del único Pastor, Cristo Jesús.
José Baros Guede
A Coruña, 20 de enero del 2015