“Ay de mí si no evangelizara”
El periodista Mario Alcudia reflexiona sobre la catequesis del Santo Padre en la Audiencia General del pasado miércoles
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En su catequesis del miércoles, el Papa nos presentaba la figura de la sierva de Dios, la francesa Madeleine Delbrêl. Nos invitaba Francisco a que como ella, seamos capaces de experimentar y comprender que la fe es un tesoro extraordinario y extraordinariamente gratuito para llevar a todo el mundo. Los ambientes secularizados, como así experimentó ella, pueden ayudarnos a convertirnos y a fortalecer nuestra fe.
Nos vienen bien estos ejemplos que nos propone Francisco en este ciclo de catequesis para pellizcar nuestra fe, a veces adormecida, que puede correr el riesgo de oscurecerse. En ocasiones el peligro de su debilitamiento, en los que decimos ser cristianos puedo hacernos llegar a olvidar que nuestro deber como bautizados es ser testigos del Señor…
La Iglesia nos recuerda que para evangelizar hay que estar, ante todo, evangelizados. Por eso no está de más una llamada de atención sobre la debilidad que, a veces, manifestamos como discípulos de Jesús que pone en riesgo la credibilidad de nuestra misión. Para combatirlo hay que salir de nuestras comodidades, vencer los miedos y mirar al mundo con coraje, sabiendo que aunque vivimos rodeados de contradicciones y retos, este es el mundo que Dios ama. En este sentido, decía esta semana el arzobispo de Madrid, el cardenal Cobo en su homilía en la fiesta de la Almudena, que a pesar de que vivimos tiempos complicados donde hay llanto, dolor y polarización, la fe nos recuerda que no podemos caer en una mirada derrotista. Por tanto, nada de pesimismo.
Estamos llamados a ver todo ello como una oportunidad de evangelización. No se trata de encontrar nuevas estrategias como si el Evangelio hubiera que difundirlo como un producto de mercado, sino de redescubrir los modos con los que las personas se acercan al Señor. Esto pasa por hacernos presentes en todo lugar a tiempo y a destiempo como dice san Pablo.
Mirando como señalaba el Papa a Madeleine, pero también a tantos otros en la historia de la Iglesia, santos, beatos, mártires y tantos otros, que sin serlo, viven junto a nosotros y nos dan ejemplo de cómo vivir de forma comprometida la fe, podemos aprender que en toda situación y circunstancia personal o social el Señor está presente y nos llama a habitar nuestro tiempo, a compartir la vida, a mezclarnos en las alegrías y los dolores del mundo; incluso en los ambientes secularizados que nos obligan a una continua revisión de nuestra forma de creer y a redescubrir la fe en su esencialidad. Porque como decía el Papa en su catequesis es evangelizando como somos evangelizados.