De la importancia de la visita ad Limina y de cómo vivirla y evaluarla
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Tal y como venimos anunciando ?en este mismo número de ecclesia, en la página 11-, todos los obispos españoles, por provincias eclesiásticas y divididos en dos grupos, realizan en estos días la visita ad Limina. Esta halla el próximo lunes, día 3 de marzo, su epicentro, al menos informativo, con la audiencia colectiva del Papa a todos nuestros obispos y con el único discurso que Francisco les dirigirá.
Hacía ya nueve años de la última visita ad Limina del episcopado español, que coincidió con el final de la vida y del ministerio del Papa Juan Pablo II. Si bien, su sucesor, Benedicto XVI, visitó tres veces España, con él no hubo visita ad Limina, que, en cualquier caso, habría correspondido cursar en el otoño de 2013, si el ahora papa emérito no hubiera renunciado. En nueve años, la sociedad y la Iglesia españolas han experimentado notables transformaciones y por razones cronológicas, de un lado, y estatutarias, de otro, nuestra Iglesia se halla en vísperas de notables cambios, tanto en sus principales diócesis (Madrid y Barcelona) como en la cúpula de la Conferencia Episcopal Española. Esta última, la CEE, vivirá, nada más regresar los obispos a España, una asamblea plenaria de renovación de cargos, que, a la luz de los estatutos vigentes, supondrá el obligado relevo en la presidencia y en la vicepresidencia de los prelados que ocupan ahora dichas responsabilidades.
La Visita ad Limina de los obispos españoles es asimismo precedida por unas intensas semanas en la actividad pontificia y curial, con reunión del Consejo de los Ocho Cardenales, de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos y del plenario del Colegio Cardenalicio, que el sábado, día 22 de febrero, festividad de la Cátedra del Apóstol San Pedro, ha visto incrementado su número con diecinueve nuevos cardenales. Entre ellos, los primeros cardenales del Papa Francisco, se halla el español Fernando Sebastián Aguilar, de 84 años, arzobispo emérito de Pamplona y Tudela, y antiguo secretario general y vicepresidente de la CEE, una figura clave en los últimas tres décadas de la vida de la Iglesia en España.
Por otro lado, resulta igualmente innegable la importancia y significación de esta visita ad Limina, la primera al Papa Francisco, y en las fechas precisamente del primer aniversario de la renuncia de su antecesor y de su subsiguiente elección pontificia. Y es que a nadie se le escapa el llamado "efecto Francisco", con la tan extraordinaria acogida que ha tenido y tiene en toda la Iglesia y en la entera humanidad, y su potencial reformador y renovador y sus enormes expectativas.
¿Qué se puede y qué se debe esperar de la visita ad Limina? ¿Cuál ha de ser la actitud correcta, creyente, eclesial ante ella? En primer lugar, hay que tener en cuenta que con Francisco ya han cursado la visita ad Limina los obispos de cinco países: Holanda, Austria, Polonia, Bulgaria y República Checa. Tal y como ecclesia facilitó la pasada semana con la publicación de los discursos papales a los tres primeros episcopados citados, los más próximos a nosotros, ya podemos ir conociendo e intuyendo el estilo que Francisco quiere imprimir a las visitas ad Limina y por dónde se dirigen sus discursos, los aspectos que subraya y los acentos y sensibilidades que remarca entre las prioridades pastorales.
En segundo lugar, bueno será recordar lo que es la visita ad Limina. No es un examen, una fiscalización, un interrogatorio sumarísimo, un rendir cuentas y dar explicaciones, sino un hermosísimo y fecundísimo ejercicio de colegialidad, comunión y misión. La esencia de la visita ad Limina, su significado profundo, es visibilizar la unidad y la comunión de los sucesores de los Apóstoles con el Sucesor de San Pedro, el primer Apóstol, y de las Iglesias locales con la Iglesia primada de Roma. De este modo, la visita ad Limina es ocasión privilegiada para la comunión eclesial, la colegialidad episcopal y la caridad fraterna entre los pastores y con el Papa. Y, por todo ello y como queda indicado, es una extraordinaria y saludable fuente de misión evangelizadora.
¡Claro que hay que estar muy atentos al discurso del Papa del lunes 3 de marzo! ¡Claro que habrá que observar gestos, matices y signos! Pero, sin perder la cabeza? Y sin querer ver, saber e interpretar más de la cuenta y menos aún interesadamente, partidísticamente, "aclesialmente"…