La indiferencia sobre el aborto debe estimularnos en la defensa de la vida ? editorial Ecclesia

La indiferencia sobre el aborto debe estimularnos en la defensa de la vida – editorial Ecclesia

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La indiferencia sobre el aborto debe estimularnos en la defensa de la vida ? editorial Ecclesia

En la página 10 de este mismo número de ecclesia, ofrecemos la información esencial acerca de la cuando menos cicatera proposición de ley mediante la cual el Gobierno del Partido Popular y su grupo parlamentario, van a introducir una reforma en la vigente ley del aborto. Ni que decir que la reforma propuesta ni tan siquiera merece ese nombre, aunque es de justicia y de sentido común que para el aborto de las menores se exija el consentimiento paterno ?que sí se demanda para el resto de sus decisiones- de sus padres o tutores legales.

Pero decimos que la propuesta de reforma no merece ese nombre porque el resto de la inicua ley de 2010 permanece en vigor, letal vigor, que, aun encima, "consagra" como un derecho -abortar- lo que, en realidad, es un delito y una aberración. La Federación de Asociaciones Provida de España ha calificado de "cobarde y mentiroso" el cambio anunciado por el Gobierno; y el obispo presidente de la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida ha tildado la propuesta de reforma ?que saldrá adelante, habida cuenta la mayoría absoluta del PP en el Congreso y en el Senado- de "mero maquillaje". Monseñor Iceta ha recordado, a su vez, el flagrante y hasta alevoso incumplimiento electoral del partido en el Gobierno, además de la endeblez acomodaticia de sus argumentaciones al respecto al ampararse en la búsqueda de un quimérico consenso social, obviado, por imposible o inconveniente, que este supuesto consenso ni se buscó ni se logró en otras muchas leyes.

Con todo y siendo todo lo anterior muy grave, tan lamentable o más es el hecho de que ni un solo grupo parlamentario, ni un solo partido político, dentro o fuera del parlamento español, haya defendido y defienda la vida humana desde su concepción y apueste por el combatir el aborto. Que defienda, en suma, no solo los postulados católicos, sino la misma ley natural y el primero de los derechos fundamentales de las personas. Y lo mismo cabe decir en el debate suscitado al efecto en la opinión pública, donde apenas se alzan voces contrarias al crimen del aborto e incluso se "anatematiza", de algún modo, a quien piensa distinto a lo política y socialmente correcto.

Y es que, como ya escribimos en nuestro editorial de 22 de noviembre pasado (ecclesia, número 3.754), si el aborto es un drama inmenso, no lo es menos la aceptación social -o, al menos, el conformismo y la indiferencia- de que goza en España y tantas y tantas otras naciones. Y ante esta indiferencia, conformismo y aceptación social, quienes creemos en la vida humana, en toda la vida y en la vida de todos, no podemos quedarnos inermes y menos aún ser sumergidos por su ola y onda expansivas.

Rezar, formarnos, ayudar a las embarazadas, dar la cara en los foros públicos o privados -incluso familiares- que correspondan, ofrecer razones sobre nuestras convicciones, denunciar la hipocresía y connivencia política acerca del crimen del aborto y del adormecimiento de nuestra sociedad son tareas que debemos seguir realizando e incrementando. Y en este sentido, no podemos por menos que saludar la manifestación convocada en Madrid para el sábado 14 de marzo, bajo el lema "Cada Vida Importa. Por la vida, la mujer y la maternidad". Por supuesto, que ni con una o mil manifestaciones basta, ni lo son todo. Pero la inaplazable y apremiante tarea de despertar las conciencias requiere también de signos y expresiones de esta naturaleza. Y en este sentido, bueno será recordar que tanto este año como el pasado, hacia finales de enero, el Papa Francisco envió mensajes de apoyo, incluso a través de twitter, para una manifestación, ya clásica y veterana, en Washington en pro de la vida.

La desolación ante el aborto y ante su aceptación social no puede hacernos caer, en ningún caso, en la desesperanza, en el desencanto. Y bueno será, por ello, releer las dos notas emanadas por la CEE en el otoño pasado (ecclesia, números 3.747 y 3.748, páginas 9 y 8, respectivamente) al hacer pública la "marcha atrás" del Gobierno de España y retirar su prometida reforma de aborto, mucho más ambiciosa, justa y pertinente, aunque insuficiente, que el actual, avergonzado y hasta vergonzoso, retoque y maquillaje.