Jesús de Nazaret visto por Napoleón
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Hoy, como ayer y como mañana, nos preguntamos: ¿Quién es Jesús de Nazaret para que la historia gire en torno suyo, se publiquen sobre él millares libros, revistas, artículos, tanto en papel como en Internet, no teniendo título académico y ni religioso judío, ni asistió a altas escuelas de Jerusalén, ni conoció la lengua y cultura griega, ni escribió nada?.
¿Quién es Jesús de Nazaret para que sea el gran inspirador del arte y mueran millares de mártires por su causa, sea la esperanza de millones y millones de personas agonizantes y la fuerza poderosa para que miles y miles de misioneros que abandonan su familia y su tierra para predicar su Evangelio en lugares lejanos y difíciles con gran sacrificio de sus vidas?
¿Quién es Jesús de Nazaret para que miles y miles de religiosos se encierren en monasterios y conventos sometidos a los votos de obediencia, pobreza y castidad y de que se levanten tantas y tantas catedrales, templos y santuarios para su culto de adoración?
La respuesta nos la da el emperador Napoleón. Cuentan los historiadores que estando reunido en una tertulia y conversando sobre la persona de Jesús de Nazaret con sus tres más íntimos colaboradores que le hacían compañía en su destierro de Santa Elena, uno de ellos, le dice: "Majestad, para mi Jesús de Nazaret no es más que un hombre sabio, un filósofo, un gran maestro y un profeta".
Entonces, Napoleón les dijo: "Yo conozco a los hombres y digo que Jesús no es un hombre, sino que es Dios. Yo veo solo en Licurgo, Zoroastro, Numa, Confucio y Mahoma a unos buenos hombres legisladores, pero no veo en ellos la divinidad. No sucede lo mismo con Jesús de Nazaret. Todo en él me maravilla. Es verdaderamente un ser aparte, único y divino. Sus ideas, sus sentimientos, su Evangelio y su manera de convencer no se explican ni por la organización humana, ni por la naturaleza de las cosas".
Continúa: "Me habláis de las conquistas de Alejandro y de Julio César quienes supieron encender en el corazón de los soldados el entusiasmo para arrastrarles consigo a grandes y aventuradas expediciones, pero ¿cuánto duró el imperio de Alejandro y de Julio de César? Los pueblos pasan, los imperios y tronos se derrumban, pero el Cristianismo permanece después de diecinueve siglos de historia, a pesar de las grandes persecuciones y desprecios humanos, y Jesús de Nazaret sigue contando con miles de millones de fieles seguidores que le adoran y le admiran. Esto no es doctrina ni obra humana, es doctrina obra de un ser divino".
José Barros Guede
A Coruña, 4 de septiembre del 2012