Entre tú y el olvido, la poesía de Santiago de Rábago

Santiago de Rábago, joven poeta ha presentado su primera obra “Entre tu y el olvido”

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Pablo Martínez de Anguita

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6 min lectura

Santiago de Rábago, joven poeta ha presentado su primera obra “Entre tu y el olvido”. Y yo quisiera comentarla a través de tres frases de tres grandes poetas. Aquí va la primera. Es del poeta uruguayo Juan Carlos Onetti, uno de los grandes narradores del siglo XX.

"La poesía no es de quien la escribe, sino de quien la necesita"

La poesía no es un acto egoísta de creación, sino la expresión de una emoción, una necesidad existencial del autor, pero sobre todo del lector, y digo, sobre todo, porque la poesía es como la ternura, que toda la que no se da se pierde.

Escribimos poesía para intentar descifrar el misterio de la existencia, para expresar lo que no sabe decir la razón cuando no ha escuchado antes al corazón. La poesía es como el diccionario de un alma perdida que halla en unos versos la palabra buscada, las razones del corazón que la razón no entiende, como diría Pascal... primero habla el corazón y luego si puede la razón entiende.

Por eso la poesía de Santi no solo es hermosa y fina, sino que es útil. Y es útil para los demás porque es valiente y honesta con el mismo. Santi se desnuda emocionalmente en su obra, y no teme exponer su herida.

He visitado el lugar

donde confluyen las fobias,

donde germinan los miedos

y en el que acaba la vida

Somos muchos los que podríamos decir que hemos sido vecinos de este mismo barrio que Santi describe en su poema “Yo estuve allí”, pero son pocos los que lo comparten, y menos aún, los que lo cantan sutil y hermosamente de manera tan entendible… como si lo “escribiera de tan discreto modo, que, sin decirlo, lo dice todo…”

Por eso uno, el lector, puede sentirse reconocido en su poesía, y usarla como el diccionario que es capaz de poner la experiencia del dolor propio en palabras ajenas… palabras que, sin quitarle ninguna hondura a la herida, no dejan por ello de mostrar la salida.

Las palabras de Santi abren la posibilidad de ascender un camino, uno que recorre el río de la vida, y que a más de un lector le permitirá, disfrutando de estos versos, vislumbrar como a partir del dolor es posible ponerse en camino hacia un Tú, que es capaz de sanar la herida, la misma que Él dejó hacer… Pero ese camino tiene sus pasos … y sus puentes, y sus luces y sus sombras. Sombras en las que muchos se podrán reconocer y en las que le pedirán prestadas las palabras al lamento de su corazón, cuando

“en el momento último

alcé la vista;

Creí ver entre el delirio

Una luz lejana y protectora

Que me sacó

Del foso angosto de mí mismo

Era yo”

Pero ¿quién es este yo, este Santiago de Rábago? Tengo la suerte de haberlo conocido desde antes que naciera, pues mi mujer y su madre ya eran amigas de embarazadas, y mi hija y Santi, coetáneos ambos, compartieron cuna, (que nadie se escandalice, que eso pasó en otro siglo), y he visto como crecía, he sido testigo cuando íbamos juntos de aventuras y acampadas a la montaña, la vega o la playa, y de cómo hemos repoblado en los bosques de San Juan una charca vacía con los renacuajos de otra repleta… Yo estuve allí, siendo testigo de

Aquel sendero de ortigas

Al origen de mi ser

Hubo un sendero de prisas,

prisas por verme crecer.

Y también fui testigo discreto de cuando ese sendero pasó del escozor de la ortiga al dolor del cardo, de como

Hubo un sendero de llanto,

Llanto de lluvia y clavel

Llanto de todos los años

Que domaron mi niñez”

y ahora de nuevo lo soy de ver como ese llanto se ha convertido en poesía, en poesía que a su vez se convierte en un camino…

La segunda frase de la presentación de hoy es de Marcel Proust

"Lo que más deseo que no hubiera sucedido es lo que más amo",

Este es el camino de la madurez, que en la obra de Santi se expresa como un río con una vereda junto a él:

Hoy he salido a buscarte

Por la ribera de río

No me ha importado la lluvia

Ni la soledad ni el frío

A veces lo que deseamos que no hubiera sucedido es parte del don de nuestra vida, como el santo Job que quedó herido en una pierna. Sin ese dolor de ayer no habría la madurez del hoy. Pero el camino no es fácil de recorrer… como tampoco la fue para Job vivir con su herida, y menos aún reconocer la herida como un don. La vida es como el camino que encontramos paseando por una ribera, que a veces parece perderse e invitarnos a dejar de remontar el río, o cuanto menos a dejar atrás la ribera de la que venimos para cruzar un puente y sentirnos a salvo:

El puente me hace señales

Quiere que cruce el abismo

Pero tú siempre has vivido

en este lado del río

Ese Tú, esa presencia que Santi y todos buscamos no se halla del otro lado solamente… por ello, querido Santi, solo queda un camino, remontar tu río, hasta su origen, hasta su nacimiento, hasta el lugar en el que las aguas escondidas dieron a luz el cauce de tu vida, al Amor original del que estás hecho y de cuyo reflejo dices que 

No reconozco tu nombre

No me hace falta saberlo

Sé que eres Eva, yo Adán

Y juntos somos eternos.

… Así, el puente que crece “Entre tú y el olvido” (ese bonito título de tu obra) lo podrás cruzar sin miedo a perder el pie de la orilla de la que vienes cuando llegues a la que vas, allá en el Origen, donde las aguas ocultas nacen. Tu camino es remontar el río y como dijo Machado tu camino se hará al andar. No tengas miedo estas preparado para recorrerlo, pues tienes el don de la buena mirada…

De ello doy cuenta con la tercera frase de la presentación de hoy, del gran escritor mexicano Juan Rulfo en su obra "Pedro Páramo", que parece pensada para describirte:

"Él poseía una ingenuidad que le permitía mirar las cosas de nuevo, como si nadie las hubiese contemplado antes que él. Contemplaba al mundo con ojos nuevos, asombrados".

Así por ejemplo para tu guitarra:

“no hay fuego que derrita

tus hermosas melodías

esa que me acompañan

alegrándome los días”

o transformas tu silla en…

“Ese mueble utilitario al que siempre regreso,

de su cuadrúpedo inmóvil al que siempre regreso;

delego mi reposo

en tu abrazo generoso”.

Tu poesía nos recuerda que, a pesar del dolor, la realidad es positiva, y es un regalo para quien la mira con ojos asombrados. La realidad y tu poesía, querido Santi son una promesa que, como tú mismo muestras, sucede en un encuentro con quien nos redime, y en el que:

Al mirar hacia tus ojos

abarco la inmensidad

y vislumbro por momentos

mi porción de eternidad.

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