Pablo VI y el valor de la vida humana, por José-Román Flecha Andrés en Diario de León (8-11-2014)

Pablo VI y el valor de la vida humana, por José-Román Flecha Andrés en Diario de León (8-11-2014)

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Pabló VI amó profundamente a Cristo y a su Iglesia. Pero amó también a este mundo nuestro, tan admirable por sus pasos técnicos como escandaloso por su desprecio a la vida.

De hecho, el día 22 de mayo de 1974, Pablo VI lamentaba la discriminación racial, propugnaba el reconocimiento del derecho a la igualdad entre todos los hombres y subrayaba el "inapreciable derecho a la vida" que, por ser fundamental, ha de ser reafirmado una y otra vez.

En 1973 se había abierto el camino para introducir dos ataques a la vida humana en los sistemas legales de los Estados occidentales. Por eso, exigía el Papa la condenación de "esa aberración masiva que consiste en la destrucción de la vida humana inocente, sea cual sea el estadio en el que se encuentre, por medio de los repugnantes crímenes del aborto o la eutanasia".

La carrera de la muerte estaba en marcha. En su discurso con motivo de la Jornada de la Paz del año 1977 recordaba una contradicción paradójica en la defensa de los derechos humanos. Si bien se exaltaba el valor de la vida humana, se imponía al mismo tiempo su progresivo desprecio.

Es inolvidable el estilo interpelante e incisivo que distinguía los discursos y alocuciones de Pablo VI. En este caso introducía él cinco interrogantes que no han perdido su fuerza y su verdad:

He ahí cinco preguntas cuya verdad y vigor no pueden silenciar ni la propaganda de las instalaciones abortivas ni el cinismo de los políticos de turno, temerosos de perder unos votos.

En su catequesis pronunciada en la audiencia general del día 7 de junio de 1978, Pablo VI recordaba la enseñanza multisecular de la Iglesia sobre este tema: la vida humana es un derecho fundamental de la persona humana. Y este derecho a la vida ha de ser respetado por todos y especialmente por cuantos se profesan católicos.

Como se sabe, la llamada "Epístola a Diogneto", condena ya en el siglo II todo ataque voluntario directo contra la vida inocente, desde el primer instante de su existencia, y sea cual sea la fase en que se encuentra.

Estas palabras eran recordadas por Pablo VI. Pero todavía hoy son rechazadas por los movimientos abortistas, por muchos medios de comunicación y también por la legislación de numerosos países en el mundo.

No es extraño que muchos de ellos no tengan escrúpulos en violar abiertamente los demás derechos, que brotan de este y de él reciben orientación y fundamento.

José-Román Flecha Andrés