EL PSOE, la inmatriculación de bienes inmuebles y el virus del populismo ? editorial Ecclesia

EL PSOE, la inmatriculación de bienes inmuebles y el virus del populismo – editorial Ecclesia

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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EL PSOE, la inmatriculación de bienes inmuebles y el virus del populismo ? editorial Ecclesia

Está tan convulsa y desazonada la vida política española, tan contagiada del virus del populismo y tan ávida de hipotéticos réditos electorales, que, días atrás, el PSOE volvía a poner a la Iglesia en el punto de mira. Ahora lo ha hecho mediante la reclamación al Ministerio de Justicia de la revisión de las más de cuarenta mil inmatriculaciones, que, según sus propias estimaciones, habría realizado desde 1998 para registrar a su nombre bienes inmuebles sin presentar título de propiedad.

En esta misma línea, y tras meses de acoso e insidias sobre la catedral de Córdoba, tema del que ecclesia ha informado en numerosas ocasiones, la presidenta de la Junta de Andalucía declaró la obviedad de que resulta evidente que la catedral cordobesa fue mezquita y su fisonomía es, en buena medida, la propia a un edificio de esta naturaleza. 775 años hace que la antigua mezquita de Córdoba es catedral católica. Pero es más: sobre en lo que a finales del primer milenio se levantó la mezquita era desde siglo IV una basílica cristiana.

¿Dónde está, pues, la verdad y la polémica de las inmatriculaciones de edificios efectuadas por la Iglesia? Con lógica aplastante, el vicesecretario de la CEE para Asuntos Económicos señaló al respecto que "la catedral de Burgos, por poner un ejemplo, existió mucho antes que el catastro". Y así tantos cientos y miles de templos. Lo que los Gobiernos de la nación facilitaron desde 1998 fue abrir un periodo de tiempo para que se pudiera inscribir todo aquello que siendo de la Iglesia no estaba inscrito. Ser de la Iglesia, por otro lado, no significa que sea una propiedad particular y privada de la jerarquía, sino una propiedad al servicio de la comunidad y no solo de la comunidad católica, como lo avala el hecho cotidiano y reiterado del uso y de las prestaciones de los edificios eclesiales a creyentes y a no creyentes, al culto, a la cultura y a la caridad.

Si ahora este Gobierno o el próximo pretenden reformar la Ley Hipotecaria y de Catastro, la Iglesia nada va a objetar. Es una legítima competencia del poder civil. Eso sí, la Iglesia recordaría que, al igual que no quiere privilegios, tampoco acepta que se le impida ejercer sus derechos y que se esparzan mendaces sombras de dudas sobre lo que le corresponde y sobre la misión que realiza para el bien de los demás.

No está España para radicalismos y anticlericalismo de nuevo o viejo cuño. Lo que necesita es honestidad, honradez, transparencia, sentido común, equilibrio, eficacia y menos poses y condescendencias a la demagogia, al populismo y a reabrir batallas y polémicas con la Iglesia, como si esta fuera un chivo expiatorio universal.