Lo que hay detrás de cada X, su sentido, su destino, su necesidad ? editorial Ecclesia

Lo que hay detrás de cada X, su sentido, su destino, su necesidad – editorial Ecclesia

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Lo que hay detrás de cada X, su sentido, su destino, su necesidad

Un año más, y son ya cerca de tres décadas consecutivas, la Declaración de la Renta de las personas físicas en España ofrece la posibilidad de la elección libre sobre un porcentaje muy pequeño ?el 0,7%- de los impuestos del IRPF, que, en cualquier caso serán gravados al contribuyente. Este puede destinar el citado impuesto a la Iglesia católica, a otros fines de interés social o dejar la casilla en blanco. Desde hace una decena ya larga de años, se puede marcar simultáneamente la X en las dos primeras opciones, sin que ello conlleve duplicar ni aumentar la carga impositiva sobre el contribuyente, mientras que la X en casillas en blanca será únicamente recaudada por el erario público.

Pero, ¿estamos ante un nuevo impuesto, un impuesto religioso y/o solidario?, ¿cuál es la razón de este sistema?, ¿es justo, democrático o se trata de un privilegio encubierto? Y en concreto, ¿adónde va, cómo y por qué la recaudación de las X a la Iglesia?

La asignación tributaria a la Iglesia católica no es un nuevo impuesto. A nadie que marque una casilla, las dos citadas o ninguna, se le cobrará más, ni se le deducirá ni menos ni más. Este 0,7% se gravará en cualquiera de los casos. La asignación tributaria no es ?repitamos por enésima vez- ningún impuesto o gravamen ni nuevo, ni viejo, ni añadido, ni deducido.

La inclusión de la Iglesia católica dentro de la Declaración de la Renta es un sistema democrático, amparado por los Acuerdos Iglesia-Estado de 1979, y que responde a la articulación y desarrollo concretos que los derechos fundamentales conllevan, amén de ser reflejo de la realidad histórica, cultural y social del papel que la Iglesia católica desempeña en nuestra nación desde hace siglos. Además, el carácter democrático y justo de este sistema lo garantiza la libertad con la que es ofrecido y puede ser respondido. Dicho de otro modo: a nadie se le obliga a marcar en su casilla correspondiente, y cada año, el contribuyente realiza o deja de realizar este gesto libre y soberano. Sobre ningún otro destino de nuestros impuestos somos preguntados en la Declaración de la Renta. Dudar de la legitimidad y ecuanimidad de la X de la asignación tributaria es una falacia, una sectaria manipulación y tergiversación de la realidad. La asignación tributaria en pro de la Iglesia católica no es, pues, ningún privilegio; es un ejercicio de libertad y de derecho.

Para responder al destino de lo recaudado con la X a la Iglesia católica ?bien en solitario, bien junto al apoyo al casillero de los otros fines de interés social-, dedica especialmente este año la CEE su campaña a través de la marca XTantos (ver página 7). Y es que, en efecto, detrás de cada X hay una historia, hay un rostro humano, hay miles y millones de historias y de vidas humanas, a quienes la X ayuda en sus necesidades más básicas, en el desarrollo de sus derechos más fundamentales. Esta X se traduce y contribuye, por lo tanto, a que la Iglesia pueda realizar mejor su misión evangelizadora. Una misión evangelizadora ?como recordábamos, sin ir más lejos, en esta misma página editorial de ecclesia, las dos pasadas semanas ? que significa, en su misma identidad y exigencia, ejercicio de la caridad, asistencia, inclusión y opción preferencial hacia los más pobres y desfavorecidos de nuestra sociedad.

Marcar la X a favor de la Iglesia católica es, asimismo, para los católicos un deber de coherencia y de corresponsabilidad. Es respuesta de pertenencia eclesial, de sentir y de vivir con la Iglesia. Es muestra de identidad y de priorizar los auténticos valores y de poner de relieve la fuerza y el sentido de la propia creencia religiosa. Y, por ello, es, igualmente, testimonio de fe y exigencia de caridad.

Como respuesta, nuestra Iglesia intensifica cada año -y así, y sin concesión alguna al maquillaje, el marketing o la autocomplacencia, debe seguir siendo- la presentación de sus propias cuentas desde la transparencia, la honestidad, la verdad, la responsabilidad y la justa distribución de sus bienes. Con ello, además, no solo se presta un servicio y se responde a un deber de justicia, sino que también se abren nuevos caminos a la evangelización y a su intrínseca e insoslayable dimensión de caridad y opción por los pobres.

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