La Resurección según santa Teresa, por Fidel García Martínez
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La Resurección según santa Teresa, por Fidel García Martínez
La Resurrección de Jesucristo, revelada y creída, es el fundamento perpetuo de la Iglesia, sin la Resurrección, el Cristianismo sería, sólo, una ideología religiosa con un gran mensaje moral. Jesucristo sería como mucho uno de los grandes líderes religiosos como Buda o Mahoma, pero nada más. La vida de Jesucristo prepascual sólo tiene sentido si se contempla el Cristo postpascual resucitado.
En el plano histórico la fe en la Resurrección supone el nacimiento de la primitiva comunidad cristiana (Iglesia) después del traumático Viernes Santo; dio un impulso imparable a la predicación del Kerigma Cristiano por todo el imperio Romano, como se prueba por la acción misionera de San Pablo, un fariseo fundamentalista perseguidor a muerte de los cristianos, convertido en el camino de Damasco; gracias a la Resurrección en poco tiempo se codificó el Nuevo Testamento, cuyo mensaje esencial es: verdaderamente el Señor Resucitó. Ya San Pablo sintetizó de forma radical la situación del cristiano que no cree en le Resurrección; el más iluso y desgraciado de los hombres. Para el gran teólogo protestante Karl Barth, la resurrección no es un tema especial, sino el sentido, el nervio del Cristianismo. Porque nadie puede escamotear la Resurrección sin negar la esencia del Cristianismo y al mismo Cristo.
En Tiempo de Santa Teresa tanto la Teología, como la piedad popular admitía sin más precisiones la Resurrección, sin hacer del sepulcro vacío, de las manifestaciones del Resucitado o las propiedades del Cuerpo Resucitado objeto de especial polémica, como sucede hoy cuando incluso los teólogos se atormentan con cuestiones que no hacen más que empañar la verdad de la Fe.
La ciencia ficción y las modas literarias se han ocupado de estos temas con reiteradas mentiras sobre el sepulcro y el cuerpo de Jesús, mentiras que tienen gran repercusión mediática, como el tristemente famoso Código Da Vinci, una boutade con pretensiones intelectuales falsas, verdadero vademécum para los progres laicistas y cuya única finalidad era desprestigiar a la Iglesia Católica.
Cuando Santa Teresa escribe sobre la Resurrección de Jesucristo lo hace desde su propia experiencia mística, que para poder ser comunicada necesita recurrir a símiles comparaciones o alegorías, en el caso concreto de la experiencia mística de la Resurrección recurre a la pintura. Así en el capítulo 23 de la Vida: escribe: "Un día de San Pablo, estando en misa, se me representó toda esta Humanidad Sacratísima como se pinta resucitado con tanta hermosura y majestad (?) Sólo digo que es grandísima gloria, en especial ver la Humanidad de Jesucristo, conforme a lo que puede sufrir nuestra miseria. ¿Qué será adonde del todo se goza tal bien? Como la propia Santa se da cuenta de lo difícil que es poder comunicar esta visión de Cristo Resucitado, porque no lo ve con los ojos corporales, sino con los del alma, algo elemental porque Cristo resucitado tiene otra dimensión por su cuerpo real pero glorioso no sujeto a las categorías espaciales y temporales de la realidad visible, afirma: "es imagen viva, no hombre muerto, sino Cristo vivo; y da a entender que es hombre y Dios; no como estaba en el sepulcro, sino como salió de él resucitado" Como no podía ser de otra forma es esfuerza para poder comunicar una experiencia tan profunda de la Resurrección de Jesucristo, por eso escribe: "Oh Jesús mío quien pudiera dar a entender la majestad con que os mostráis! Y cuán Señor de todo el mundo y de los cielos y de otros mil cielos y sin cuento mundos y cielos que Vos crearas entiende el alma, según con la majestad que representáis (Resurrección) que no es nada para ser Vos Señor de ello" Como se puede deducir de estos dos textos, Santa Teresa nos transmite a Jesucristo Resucitado y Glorioso en todo su poder y majestad como Dios y hombre verdadero, porque si murió como hombre resucitó por su Categoría Divina.
Fidel García Martínez, Catedrático Lengua Literatura Doctor Filología Románica Licenciado en Ciencias Eclesiásticas