Rubén Darío: en el atrio de los gentiles de Avilés
Madrid - Publicado el - Actualizado
2 min lectura
Rubén Darío: en el atrio de los gentiles de Avilés, por Fidel García Martínez
Se debe agradecer al párroco de Santo Tomás Cantorbery de Avilés, Rvdo. Sr. D. José Antonio G. Montoto, siempre tan comprometido en unir Fe-Cultura -entre ellas no existe oposición sino complementariedad- que próximo a clausurarse el primer centenario (2016) de la muerte de Rubén Darío, una de las cumbres de la lírica española de todos los tiempos, se haya dedicado un día de la programación del prestigioso
a rememorar su persona y su magna obra lírica con un acto re recitación poética de sus versos. Aquel Rubén Darío que celebraba la Navidad con verso encendido:
De Rubén Darío En esta época postmoderna en la que la vulgaridad y la fealdad imponen su tiranía estética, por la que lo bello y lo verdadero son objeto de mofa y desprecio, es más necesario que nunca volver al gran autor de Cantos de Vida y Esperanza; Prosa Profanas, Salutación Optimista o Los motivos del Lobo (?).
El modernismo de Rubén Darío es mucho más que una simple cosmética formal poética. Supone la superación del mundo cerrado del realismo y naturalismo, para bucear en el yo más profundo del poeta, abierto a la transcendencia, en forma de evocaciones fastuosas de lejanos ambientes situados en Grecia, Roma o en la Edad Media, o en la Francia de Varlaine.
En su poesía viven princesas de ojos azules, califas pensativos y vizcondes rubios (…) Dos componentes de la poesía de Rubén Darío son el cosmopolitismo y el mestizaje. Todo este universo poético es sometido a un proceso de depuración estética de gran esplendor por su color y musicalidad y por su riqueza métrica y estrófica. Rubén no rechaza a la herencia literaria del Siglo de Oro, sino que es un gran admirador de Lope y de Garcilaso, de Santa Teresa y de Cervantes. Rubén Darío nunca criticó, ni rechazó el gran legado de España que pervive en Hispanoamérica, por mucho que los seguidores de la leyenda negra continúen con sus mentiras y su sectarismo reaccionario: la realidad es como la describió Rubén Darío cuando exalto los ideales hispánicos: (?) la América ingenua que tiene sangre indígena, que aún reza a Jesucristo y aún habla en español.