13 de septiembre (1917): señales celestes, por Fidel García Martínez
Madrid - Publicado el - Actualizado
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13 de septiembre (1917): señales celestes, por Fidel García Martínez
La aparición de Nuestra Señora el 13 de septiembre volvió a demostrar la veracidad de las mismas a pesar de los acontecimientos del 13 de agosto.
El administrador de Vila Nova de Ourem, siguiendo instrucciones de la Masonería, se había implicado personalmente para demostrar que todo aquello de Cova da Iría era un invento de la Iglesia Católica, especialmente de los jesuitas. No ahorró medios para sofocar las apariciones, incluso secuestró y torturó psicológicamente a los niños con toda clase de amenazas, incluidas las físicas como arrojarlos a la caldera de aceite hirviendo. Todo valía para que los niños afirmasen que todo era mentira y una fantasía, o para que le manifestaran los contenidos del llamado Secreto, especialmente su famosa tercera parte. Nuestra Señora no faltó, porque las fuerzas del mal nunca han tenido ni tendrán la última palabra, por eso se apareció a los niños una vez puesto en libertad el 19 de agosto no en Cova da Iría, sino en Valihnos.
Los acontecimientos de Fátima después de la aparición de Agosto se extendieron. El número de personas que las aceptaban y no dudaban de la veracidad de las apariciones aumentaba de forma constante. Incluso entre los mismos familiares de los niños que en un principio eran muy reticentes a admitir que sus hijos fuesen los elegidos por Nuestra Señora para comunicar los secretos de su Inmaculado Corazón. Mientras que la madre de Lucía no daba crédito a su propia hija. Los padres de Jacinta y Francisco eran mucho más receptivos porque como decía el padre. "No sabemos si es verdad, pero tampoco que sea mentira".
Debido a la presión de la gente sobre los niños, a los que seguían de forma continua y a veces con cierta impertinencia y mucha curiosidad, los padres de Jacinta y Francisco optaron por enviar a su hijo Juan de 11 años a pastorear al pequeño rebaña familiar.
Los días previos a la aparición del 13 de septiembre fue un ir venir de personas de toda edad, sexo y condición hasta Cova da Iria. Miles de personas unas por incredulidad, otras por curiosidad y muchos por respeto hacia los niños y especialmente hacia Nuestra Señora fueron tomando posiciones en torno a la encina en la que se iba a aparecer la Señora del Rosario. Un testigo presencial que había acudido a caballo, el día 8 de septiembre festividad de la Natividad de Nuestra Señora afirma que el día 13 se fue a Cova da Iría porque le interesaba comprobar lo que podría suceder allí. Afirmó: "procuré estar junto a los niños y lo conseguí. El sol era abrasador, sudaba a mares, pero no me aparté"
Sor Lucía, cronista y testigo excepcional de las apariciones narra así la del 13 de septiembre: "al aproximarse la hora, fui allí con Francisco y Jacinta, en medio de numerosas personas, con gran trabajo nos dejaban andar. Las gentes se apiñaban por las carreteras. Todos querían hablar con nosotros y no pedían que pidiéramos a Nuestra Señora favores para enfermos y necesitados. Numerosas personas, incluso caballeros y damas están presentes." Llegados los pastorcitos junta a la encina de Cova da Iría, donde tenían lugar las apariciones, comenzaron rezar el Santo Rosario, acompañados por la multitud. El reflejo de luz que siempre se producía, les puso en alerta, mientras los pastorcitas lo contemplaban extasiados. Así narra Sor Lucía los acontecimientos: "Cuando la gente gritó que veía señales, no percibió lo que dijo Nuestra Señora; algunos vieron como una especie de hilo de humo ascender en medio de la gente al pie de la encina".
Según el profesor del Seminario de Santarem, Antonio María Figueiredo, quien se lo comunicó al prior de Fátima, después de la aparición había visto: "una estrella en un espacio inferior al estelar", En el mismo sentido el Vicario general de Leiría afirmó: "algunas personas vieron con claridad, un globo de luz viva que avanzaba de Este a Oeste, trazando en el espacio una línea inconfundible, hasta desaparecer en el Horizonte",
Nuestra Señora inició la comunicación, mientras el inmenso gentío veía la señal pero nada oían, les pareció, sin embargo, advertir un hilo de humo ascender en medio del pueblo al pie de la encina. Un dato muy importante en esta aparición del 13 de septiembre, es que las señales sobrenaturales fueron superiores a las de las otras apariciones.
La Señora:- Continuad rezando el rosario para alcanzar el fin de la guerra (primera Guerra Mundial) (?) Dios está contento de vuestros sacrificios, pero no quiere que durmáis con la cuerda, llevadla solo por el día."
Comentando esta recomendación de la Señora escribe Sor Lucía: "Fuera por el grosor y la aspereza de la cuerda, sea porque a veces la apretábamos demasiado, la cuerda en ocasiones nos hacía sufrir mucho (?) Excusado será decir-continúa Sor Lucía– que obedecimos puntualmente en la mandado de Nuestra Señora". Después cuenta que muchas personas le suplicaban que pidiese a Nuestra Señora la curación de enfermos. A lo que la Señora contestó:
-"Sí a algunos sanaré, a otros no. En octubre haré un milagro para que todos crean".
Y comenzó a elevarse, desapareciendo como de costumbre. Las cosas se fueron complicando para los tres pastorcillos después de esta aparición de septiembre. Pues afirma Sor Lucía: "Mi madre se vio obligada a vender nuestro rebaño, que tan necesario era para el sustento de la familia". La causa de esta medida tan drástica, fue la destrucción de las cosechas y de los frutales en la propiedad de Cova da Iría, así como la imposibilidad de conservar el rebaño. Sor Lucía sintiéndose culpable llego a decir a su madre: "Será todo esto el castigo que Dios me manda por mis pecados. Sí es así: ¡bendito sea Dios!
Fidel García Martínez, Catedrático Lengua Literatura Doctor Filología Románica. Licenciado en Ciencias Eclesiásticas.