Teología de la muerte y literatura, por Fidel García Martínez

Teología de la muerte y literatura, por Fidel García Martínez

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Teología de la muerte y literatura, por Fidel García Martínez

En la Literatura Española la muerte es un tema constante no sólo en la lírica sino en el drama, en el mester de Clerecía, Libro del Buen Amor del Arcipreste de Hita y otros autores donde la muerte es objeto de las más virulentos denostaciones.

Pero es sobre todo en las Coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre, donde mejor se sintetiza la visión de la muerte en toda su profundidad que durante siglos ha dominado en la cultura española en donde se puede constatar cómo la muerte es vista en su doble visión humana y cristiana, desde el más acá y en el más allá. En las sociedades modernas la reflexión sobre la muerte ha perdido toda su significación y como escribe el mayor teólogo viviente, el papa emérito Benedicto XVI en su magnífico tratado sobre la Escatología, ante la muerte se da un doble postura, por una parte la muerte es un tema tabú, que es importante mantener culto, mientras que por otra parte se da un exhibición de la muerte haciendo de ella un tema mediático y continuo en medios de comunicación y en la redes sociales. En algunos países en culto a la muerte es un reclamo turístico. Los problemas humanos unidos a la muerte tanto, físicos de aquí. como metafísicos del más allá son evitados y quedan reducidos a meros cometidos técnicos que deben ser tratados puntualmente por empresas encargas de tratar la muerte de la forma más técnica posible. La presentación trivial de la muerte anula toda 'pregunta sobre su sentido humano. Como escribe Ratzinger la deshumanización de la muerte supone directamente la deshumanización dela vida.

Con frecuencia la Teología Cristiana se ha volcado de forma unilateral sobre la muerte, influenciada por una interpretación neoplatónica de la vida sosteniendo que el cuerpo es cárcel de la que habría que librarse para pode vivir con plenitud, siendo el cuerpo no sólo un obstáculo sino un mal, pero la fe católica está volcada hacia la vida, por eso en el credo se afirma expresamente la resurrección de la carne es decir el hombre entero alma inmortal, cuerpo mortal. La comprensión cristiana de la inmortalidad parte básicamente del concepto de Dios, que lo es de vivos y no de muertos, porque como afirma Ratzinger, Dios llama por su nombre a la criatura que no puede sucumbir. Jesucristo con su encarnación es el árbol de quien el hombre recibe el pan de la inmortalidad.

Jorge Manrique en una de sus originales estrofas lo rimó de forma magistral cuando canta:

//Y aún el Hijo de Dios/para subirnos al cielo/ descendió/ a nacer acá entre nos / y vivir en este suelo/do murió//.