Verdadera comida: Corpus Christi, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC
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Verdadera comida: Corpus Christi, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC
Son varios los casos de personas que han sobrevivido largo tiempo alimentándose en exclusiva de la Eucaristía. Luisa Lateau, estigmatizada, murió en 1883, llevando desde 1871 sin comer más que la Eucaristía. Teresa Neumann hizo lo mismo durante 36 años, hecho histórico certificado mediante observaciones y anotaciones de personal médico cualificado, a petición del Obispo de Regensburg, en 1927.
Murió en 1962, y también se manifestaron en ella los estigmas. Santa Catalina de Siena pasó del mismo modo, con la sola Eucaristía como alimento, los últimos 7 años de su vida. La beata Ana Catalina Emerick, en cuyas visiones sobre la Pasión se inspiró Mel Gibson para hacer la famosa película, fue también estigmatizada e investigada al efecto de su presunta supervivencia con la sola Eucaristía, quedando los hechos absolutamente ratificados hasta en tres peritajes distintos. Aunque no son los únicos casos, parecen suficientes para comprobar que hay signos de que Jesús hablaba en serio, signos para proponer, no para imponer, para admirar, no para exigir.
Pero además, en torno al Corpus Christi, a Jesús Sacramentado, se han producido un número importante de milagros. Algunos de ellos son denominados milagros eucarísticos. Uno de los más famosos es el milagro de Lanciano, pequeña ciudad italiana próxima al Adriático. En el siglo VIII, un monje basiliano, después de haber realizado la doble consagración del pan y del vino, comenzó a dudar de la presencia real del Cuerpo y de la Sangre del Salvador en la hostia y en el cáliz. Fue entonces cuando se realizó el milagro delante de los ojos del sacerdote; la hostia se tornó un pedazo de carne viva; en el cáliz el vino consagrado en sangre viva, coagulándose en cinco piedrecitas irregulares de forma y tamaño diferentes. Se ha comprobado que la carne y la sangre son humanas, pertenecientes al grupo sanguíneo AB, el mismo de la Sábana Santa.
Otro famoso es el de Santarem, ciudad protuguesa. Entre 1225 y 1247 una mujer que era muy infeliz por estar convencida de que su esposo le era infiel, pactó un sortilegio con la hechicera del pueblo, la cual le prometió que su esposo volvería a amarla como antes con la condición de que le llevara como paga una Hostia Consagrada. Aun sabiendo que era un gan sacrilegio, al recibir la comunión en su iglesia parroquial de San Esteban, no se comió la Hostia si no que salió, se la sacó de la boca y la puso en un nudo de su pañuelo de cabeza. Por el camino a la casa de la hechicera, la Sagrada Hostia comenzó a sangrar. Todavía hoy puede contemplarse este prodigio.
Los mártires de Bitinia, 31 hombres y 18 mujeres, por el contrario sufrieron martirio por participar en la Misa del domingo, en contra de las leyes romanas. Al ser preguntados en el proceso afirmaban que no podían vivir sin celebrar el día del Señor.