Un viaje a Tierra Santa (Capítulo V)

Un viaje a Tierra Santa (Capítulo V)

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Un viaje a Tierra Santa (Capítulo V)

Capítulo Quinto

Después de desayunar en Tiberias, viajamos al Monte Tabor, donde Jesús de Nazaret se transfiguró ante sus tres discípulos predilectos, Pedro, Santiago y Juan, apareciéndoles Moisés y Elias. Al llegar al fondo de dicho monte, bajamos de los autobuses y subimos a su cima en taxis. La carretera que conduce a su cima era muy estrecha, pendiente y sinuosa con curcas de gran peraltaje, tanto en su subida como en su bajada, y su estado de conservación era malo. Los taxistas eran personas árabes muy avezadas en subir y bajar a dicho monte, que tiene una altura de 570 metros sobre el mar Mediterráneo.

En la cima del Monte Tabor se extiende una gran explanada que mide 1.300 metros de largo y 450 metros de ancho y cerrada con una pequeña muralla, a la que se accede por un portal en forma de arco de piedra. Desde ella, contemplamos el fértil valle de Esladrón y el pueblo de Naín, lugar donde Jesús de Nazaret resucitó al hijo de una viuda cuando lo iban a enterrar.

En la explanada del Monte Tabor se encuentra la basílica de la Transfiguración, construida por el arquitecto Antonio Barluzzi en el año 1924, sobre las ruinas de templos anteriores, bizantinos del siglo IV y cruzados del siglo XII. En su ábside central, se halla un mosaico dorado representando la Transfiguración de Jesús de Nazaret, rodeado de Moisés a su izquierda y de Elías a su derecha, y a sus pies, los discípulos Pedro, Santiago y Juan.

En la cripta de la basílica citada, adornada de representaciones de la Santísima Trinidad, se conservan los restos de antiguos altares y piedras. Sus naves laterales están dedicadas a los Sacramentos y a la Inmaculada Concepción de María. A la entrada de dicha basílica, hay dos capillas dedicadas a Moisés y a Elías. La basílica de la Transfiguración está regida y atendida por los religiosos francisanos, quienes poseen un convento para novicios de su orden y una hospedería para peregrinos. Las religiosas mercedarias de origen francés poseen una residencia aquí.

Del Monte Tabor partimos a conocer el río Jordán, donde Jesús de Nazaret fue bautizado por Juan Bautista. En su trayecto, pasamos por Beit-Sheam, pueblo muy antiguo que tiene ubicación excepcional dominando el cruce de dos valles con abundante agua, con gran producción agrícola y con una temperatura y clima extraordinarios. En tiempos de Jesús de Nazaret, dicho pueblo era una de las doce ciudades griegas, llamadas Decápolís. Desde Beit-Sheam contemplamos en lontananza el gigante monte de Gilboa, donde el rey Saúl y sus hijos cayeron muertos en la batalla contra los filisteos. Desde entonces, los judíos consideran este monte como maldito.

Continuamos viajando por la carretera del valle del río Jordán viendo pequeños pueblos árabes y asentamientos judíos hasta llegar al cruce de carreteras en Jiftlik. Giramos a la izquierda, atravesamos el puente Adam-Damía y por un camino llegamos a las orillas del rio Jordán en cuyas aguas Jesús de Nazaret fue bautizado por Juan Bautista. Nos sumergimos en ellas recordando su bautismo y las embotellamos como recuerdo.

El río Jordán nace en el monte Hermón, forma un pequeño lago llamado Meró, se despecha hacia el sur por un desfiladero desembocando en el lago de Galilea, después de recorrer 16 kilómetros. Continúa dando muchas vueltas hasta llegar al Mar Muerto. El río Jordán conformaba la frontera natural entre la tierra de Canaán y la de Transjordania. Ahora entre Jordania y Transjordania. Llegamos a la ciudad de Jericó a las tres de la tarde, almorzamos la comida típica árabe en un restaurante y nos hicimos fotografías montados sobre dromedarios que los palestinos ofrecían como atracción turística.

Jericó es la ciudad más antigua de Transjordania y del Oriente Medio. Sufrió varias ubicaciones a causas de guerras y terremotos. La Jericó canaanita que narra el Antiguo Testamento fue destruida por los israelitas al mando de Josué en el siglo XII antes de Cristo. Estaba ubicada cerca de la fuente del profeta Eliseo, cuyas aguas sanó. En tiempo de los profetas Elías y Eliseo tuvo mucha actividad profética.

La ciudad de Jericó que Jesús de Nazaret conoció y por la que pasaba camino a Jerusalén está situada a tres kilómetros de la ciudad que narra el Antiguo Testamento. Construida en su tiempo, fue residencia de invierno del rey Herodes el Grande y de su hijo el etnarca Arquelao. Está situada en un fértil valle, donde se cultiva toda clase de frutos tropicales. Se encuentra a 7 kilómetros del río Jordán y a 250 metros bajo el nivel del mar. Posee un clima y vegetación subtropical

Actualmente la ciudad de Jericó está formada por un conjunto de casas desordenadas, de estilo árabe, de estructura y conservación muy descuidada, y con una pequeña plazuela en la que se ubica el municipio y la policía del gobierno de la Autoridad Palestina. Llamada la ciudad de las palmeras y de los sicómoros, en ella, Jesús de Nazaret curó a dos ciegos de nacimiento y mandó bajar de un sicómoro al pequeño Zaqueo para hospedarse en su casa. Baja rápidamente y le recibe muy contento en ella. Vimos dicho sicómoro que se conserva para la atracción religiosa turística.

José Barros Guede

A Coruña, 16 junio del 2015. Continuaremos en los capítulos siguientes

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