Un viaje a Tierra Santa (Capítulo III)
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Un viaje a Tierra Santa (Capítulo III)
Capítulo III
Después de desayunar en la ciudad de Tiberias, viajamos en autobús a Tabgha y a Cafarnaúm siguiendo la carretera de la costa del lago de Galilea, que recibe sus aguas del río Jordán que nace el monte Hermón y que continúa hasta desembocar en el mar Muerto. En las orillas de dicho lago, Jesús de Nazaret conoció a los hermanos Simón Pedro y Andrés, naturales y vecinos de Cafarnaúm, y a los hermanos Santiago y Juan, hijos de Zebedeo y vecinos de Bethsaida, que eran pescadores. Les invita a seguirle y a ser pescadores de hombres y ellos dejando sus redes le siguieron.
Continuamos viajando por Magdala, cuna del nacimiento de María Magdalena. Desde allí divisamos los Cuernos de Hitin, seguimos por la fértil llanura de Gennesaret y por el kibutz de Guinosar. Subimos a la montaña noroccidental del Lago de Galilea, donde tuvieron lugar la mayoría de los episodios y de la actividad evangélica de Jesús de Nazaret, fundando el Reino de Dios o de los Cielos, curando a muchos enfermos y predicando el célebre Sermón de la Montaña, en cuyo lugar se halla una bellísima basílica octagonal, llamada la de las Bienaventuranzas para conmemorar dicho importante discurso.
Descendemos a la derecha y llegamos a Tabgha, donde según una antigua tradición de peregrinos, aquí, Jesús de Nazaret la multiplicó los panes y los peces y los dio a comer a una muchedumbre hambrienta. Bajando hacia la orilla del lago de Galilea y cercano a Tabgha se hallaba el Hospicio Benedictino, rodeado de hermosos jardines y huertos, propiedad del Comité Católico Alemán, con una nueva basílica de tres hermosas naves, y la Iglesia de san Pedro construida en piedra volcánica y levantada por los religiosos franciscanos para conmemorar el lugar donde Jesús de Nazaret le dio el primado a san Pedro.
Subimos a la carretera que nos lleva a la antigua ciudad de Cafarnaúm en la que encontramos una pequeña residencia de religiosos franciscanos a su entrada, una sinagoga en ruinas del siglo IV, la casa de san Pedro, en forma de barco, levantada sobre el antiguo solar donde estuvo su antigua casa en la que Jesús de Nazaret se alojó con la familia de Pedro y un pequeño templo y monasterio ortodoxo al fondo, pero sin vecinos y sin vida. A corta distancia de Cafarnaúm se hallan Corazaín y Bethsaida en ruinas.
En tiempos de Jesús de Nazaret, Cafarnaún era una ciudad con un pequeño y activo puerto sobre la ribera norte del lago de Galilea y cercano a la entrada del río Jordán en dicho lago, en la que vivían pescadores y pastores con sus familias. Había un puesto de adunas y una guarnición romana al mando de un capitán por ser la entrada y salida fronteriza entre Palestina y Siria. El primer sábado de su llegada a Cafarnaún, Jesús de Nazaret entra en la sinagoga y dice a los judíos presentes: Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos (Mt. 4,17) y cura a un hombre endemoniado que le increpaba. Sana a la suegra de Simón Pedro que se hallaba enferma, al criado enfermo del centurión y a otros muchos enfermos y endemoniados que le llevaban al ponerse el sol.
Fija su segunda residencia y centro de sus operaciones evangélicas en la casa de sus discípulos, Simón Pedro y Andrés. Ve a Mateo en su puesto de recaudador de impuestos , le invita a seguirle y dejando su oficio se convierte en su discípulo. Será, en su día, el evangelista que recogerá los famosos discursos de Jesús de Nazaret, llamados, Logias, y es autor del primer Evangelio.
Todos los sábados, Jesús de Nazaret ensañaba con autoridad a sus vecinos de Cafarnaúm, de tal manera, que quedaban asombrados de su sabiduría y de su poder. En sus predicaciones solía decirle a sus oyentes: Buscad primero el Reino de Dios y todo lo demás se os dará por añadidura. No tengáis cuidado por el mañana, el mañana se cuidará de sí mismo. A cada día basta su afán (Mt. 6,19-21). Los escribas y fariseos enterados del éxito de su predicación y de sus muchos milagros vienen desde Jerusalén a Cafarnaúm para tentarle y criticarle, pero les responde con sus sabias explicaciones bíblicas.
De regreso a Tiberias, en Gennesaret, orillas del lago de Galilea, embarcamos en un cómodo barco que nos trasladó a dicha ciudad. Durante su trayecto, sentados plácidamente sobre sus asientos, recordamos la pesca milagrosa y el viento huracanado que sorprendió sus discípulos pescando y la llegada milagrosa de Jesús de Nazaret que vino a ayudarles y sálvanos de perecer ahogados. Divisamos al occidente el valle de Gennesaret, y al oriente, las montañas desérticas que se extienden hasta el Golán. Desembarcamos en Tiberias y cenamos un restaurante a orillas de lago cenando el pez de san Pedro, plato típico obligado.
José Barros Guede
A Coruña, 1 junio del 2015
Continuaremos en capítulos siguientes