Víctimas dos veces: mujeres que huyen de Eritrea
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Víctimas dos veces: mujeres que huyen de Eritrea
Wered tiene dieciséis años, es eritrea. Soñaba con un futuro en Europa, habría querido estudiar, encontrar un trabajo, formar una familia y enviar dinero a la suya de origen, extremadamente pobre. Por ello un día de hace un año y medio dejó su casa, con los ahorros de su madre de toda una vida, dentro de un bolsillo. Abandonó Eritrea cruzó Sudán y llegó a Libia.
Con ese dinero habría debido pagar a un traficante, asegurarse su plaza en una de las pateras que atraviesan el Mediterráneo y llegar a Lampedusa. Pero el viaje de Wered se interrumpió en el puesto de control de Ajdabja, zona oriental de Libia, uno de los puntos de agregación de migrantes directos hacia las costas de Trípoli. La chica fue secuestrada por un grupo de hombres, junto a otras decenas de mujeres, y llevadas a Sirte, ciudad costera que vio nacer y morir a Gadafi, y que durante un año y medio fue declarada por el llamado Estado Islámico (IS) capital de la provincia de Tripoli. Hoy Wered está embarazada, pero no sabe quien es el padre de su hijo, porque al igual que sus connacionales, se convirtió en esclava sexual de los milicianos en Libia. Hoy la joven ya no vive segregada en una cárcel de la periferia sur de Misurata. Dentro de la cárcel hay mujeres libias, iraquíes, sirias, tunecinas: son las mujeres de los milicianos que deben ser interrogadas porque los soldados libios deben averiguar si tienen o no informaciones sobre las estrategias futuras del IS. Las mujeres eritreas son cristianas, y al drama de su vida segregada se ha añadido la indecible violencia religiosa. Han sido obligadas a convertirse al islam.
Desde Misurata
Francesca Mannocchi
L?Osservatore Romano, 4-1-2017