El mandato que Jesús resucitado nos deja en el Evangelio de este Domingo de Pascua

El periodista y sacerdote Josetxo Vera, nos da las claves en 'Chateando con Dios' del Evangelio de este domingo, 4 de abril

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Josetxo Vera

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No se puede empezar de otro modo este vídeo que felicitando a todos las Pascuas, de la muerte a la vida de Jesucristo que ha salido victorioso en esta Semana Santa. Entró por la Pasión y la Muerte y acabó en la Gloria de la Resurrección. El acontecimiento salvador de Jesucristo no se refiere a una historia del pasado, sino que se actualiza en cada día de nuestra vida y de manera especial en este Domingo de Pascua.

Hoy celebramos la victoria de Jesucristo sobre la muerte que anticipa nuestra victoria. También nosotros vamos a resucitar para una vida eterna. Además de la victoria sobre la muerte, se celebra también la victoria sobre el pecado. Jesucristo, con su muerte en la Cruz, ha limpiado para siempre nuestro pecado. Nos queda a nosotros acoger la salvación de Dios que no es un don que se impone, sino una gracia que se recibe y un regalo que nosotros aceptamos con el testimonio de nuestra vida. La mejor expresión que nosotros queremos recibir la salvación de Dios es acoger la salvación y cambiar la vida, con nuestras proprias palabras.

Si vamos al Evangelio que escucharemos este domingo en la Celebración de la Eucaristía nos encontramos con un acontecimiento precioso. Jesús hace visible un mandato para nosotros también nuevo, la urgencia del amor. El amor nos urge, tenemos que amar mejor y más rápido. El ejemplo que tenemos es el de María Magdalena que dice el Evangelio que, al comenzar el primer día de la semana, antes de que saliera el sol, fue al sepulcro para embalsamar el cuerpo del Señor.

En el fondo hace visible el amor que esta mujer siente por el Señor. Un amor que le urge, que le saca de la cama y le lanza al sepulcro para preparar el cuerpo del Señor en cuanto ha sido posible hacerlo. Ese amor urgente de María Magdalena es un mandato para todos los cristianos de este tiempo. Es como una enseñanza de lo que podemos vivir nosotros en este tiempo de la Pascua.

María sale corriendo a anunciar que el sepulcro está vacío, el gran signo de la resurrección. El otro gran signo será las apariciones de Jesús, ya resucitado, a tantísima gente.

Pedro y Juan, al oír la noticia, se ponen en camino. Y estos lo dirán a los otros discípulos y empezarán a llegar los amigos del Resucitado diciendo: “El Señor ha estado con nosotros”. Lo podrá también decir la Virgen María a quien seguro que fue la primera persona que visitó Jesús después de resucitar. Un encuentro del que nada sabemos pero que la ciencia del amor nos dice que seguramente tuvo lugar.

Esas apariciones del resucitado van a ir alimentando nuestra fe y hasta nuestros días se multiplica esta enseñanza. Jesucristo sigue apareciéndose real en la vida de la gente, verdaderamente presente para muchas personas. No lo podemos impedir.

Vamos pues a celebrar esta cincuentena pascual, vamos a ser urgidos para amar mejor y anunciar rápido a Jesucristo resucitado. San Pablo, en la Segunda Lectura, nos está diciendo que si somos testigos de Jesucristo resucitado tenemos que poner nuestros bienes en la vida eterna para poder mirar hacia la Salvación.

¿Cuáles son esos bienes? Nuestras buenas obras, los frutos de nuestro amor al prójimo. Todo ello hará que cuando nosotros pasemos también de la muerte a la vida haya una vida feliz para todos nosotros, después de la Resurrección.

¡Feliz Pascua!