La parábola de la vid y de los sarmientos, protagonista del Evangelio de este domingo
El periodista y sacerdote Josetxo Vera, nos da las claves en 'Chateando con Dios' del Evangelio de este domingo, 2 de mayo
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Uno de los rasgos poderosos que podemos ver en el Evangelio de Jesucristo es la capacidad que tiene el Señor de crear imágenes que 21 siglos después las escuchas y todavía tienen resonancia. El Maestro tiene la capacidad de serlo durante toda la vida, lo cual es increíble, y lo vemos especialmente en el Evangelio de este domingo.
El Señor les cuenta a los apóstoles una parábola que hoy se puede entender muy fácilmente, la imagen del sarmiento, de la vid y del labrador que recoge su fruto. Nos dice el Señor como el labrador, que es Dios, se acerca a la vid para ver cómo está dando frutos y que si encuentra un sarmiento que no está dando frutos lo corta y si encuentra uno que está dando fruto bueno lo poda para que dé más fruto.
Todavía hoy tenemos mucha oportunidad de ir al campo y encontrarnos una viña poderosa y ver que sarmientos dan o no frutos, cuáles hay que cortar o cuáles hay que podar.
La imagen del Señor es muy clara y Él muy pronto la aplica. Dios Padre es el labrador, yo soy la vid, vosotros sois los sarmientos. Para dar fruto hay que estar unidos a la vid: “Si permanecéis en mí y yo en vosotros, daréis fruto abundante”. El objetivo que tenemos es dar fruto abundante.
¿Qué fruto podemos dar? El fruto de nuestras buenas obras, de nuestra propia conversión, el fruto también de las obras de apostolado, de la invitación que hacemos a muchas personas de acercarse a Dios, del deseo que tenemos que muchas personas en nuestra familia conozcan al Señor y también ellos cambien de vida. Ese es el fruto que Dios nos pide.
Lo escucharemos también en la Primera Lectura como el amor se manifiesta en obras. Los frutos que Dios nos pide por tanto a nosotros, que somos los sarmientos, son frutos de buenas obras. De conversión personal, de obras de servicio a Dios y al prójimo, de apostolado.
¿Cómo lo podemos dar? La clave nos la da el Señor. En la vida cristiana se trata de permanecer unidos a Cristo y hacer que Cristo permanezca en nosotros. Para eso tenemos que huir del pecado porque con ello nos alejamos de Cristo y tener una relación personal con Jesús. Buscar un encuentro personal con Él.
Por tanto, el permanecer unidos a Jesús es vivir con él una relación de amor y de encuentro. Eso es vivir en Cristo. De este modo daremos fruto abundante.
El Señor termina este ejemplo diciendo que los sarmientos que no dan fruto no sirven para nada, se cortan y se tiran al fuego. Es una imagen muy valiosa porque es lo que se hace en la vida real, cualquier viñador se da cuenta que es lo que tiene que hacer.
Esa es un poco nuestra vida y la alternativa que tenemos, o dar fruto abundante mientras estamos unidos a Cristo o no servir nada más que para hacer fuego que es para lo que sirve un sarmiento que no da fruto.