La invitación que nos hace Jesús para seguirlo reflejada en el Evangelio de este domingo

En 'Chateando con Dios', el periodista y sacerdote Josetxo Vera te da las claves del Evangelio de este domingo

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Josetxo Vera

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Una de las cosas terribles que tiene este tiempo es que estamos acabando unas vacaciones muy raras de un año muy raro. Y en estos últimos días he estado visitando algunos pueblos en la zona norte de Navarra que son preciosos donde todo está verde porque la tierra no deja de estar regada. En uno de los pueblos más altos de Navarra, todas las casas tenían ya preparadas leña cortada para pasar el invierno. No parecía porque hacía calor, pero ya desde mediados de agosto la gente va preparando las casas para lo que se le viene encima.

Me venia esto a la cabeza leyendo el Evangelio de este domingo donde el Señor les hace visible a los apóstoles que el invierno está llegando, que las cosas de la vida cristiana no son fáciles y que nos tienen que pillar preparadas. El Evangelio es un encuentro con los apóstoles del Señor y les avisa que tiene que subir a Jerusalén: “El Hijo del Hombre va a padecer, va a ser llevado a la cruz, y va a morir. Y al tercer día va a resucitar”. Simón Pedro, que la semana pasada había sido elegido por Jesús como el que va a sostener la vida de la Iglesia, coge aparte al Señor y le dice que eso no tiene ningún sentido.

Y Simón Pedro escucha del Señor algunas de las palabras más duras que se escuchan en el Evangelio: “Apártate de mí Satanás”. En el fondo Simón Pedro está intentando apartar de su misión a Jesús y el Señor es consciente de que su vida es dura, que viene a entregarse por amor a los hombres. Su misión es la entrega.

Nosotros tenemos que pensar también cuál es nuestra misión y quien nos aparta de esta misión. También nosotros tenemos gente en la oreja que procura animarnos a hacer mal las cosas y tenemos que actuar con la misma contundencia que el Señor: “Apártate de mí Satanás”.

La vida del cristiano no es tan sencilla, tiene sus obligaciones, pero tenemos que apartar de nosotros a los que quieren sacar del camino. La enseñanza del Señor es muy clara: “El que quiera ganar su vida, la perderá”. Ya les anuncia lo que va a pasar: “El que pierde su vida por mi y por el Evangelio, la salvará”. Si entregas la vida al Señor la ganarás para siempre, si te la guardas para tu misma la perderás para siempre.

El Evangelio continua con una frase muy bonita porque es la frase que le cambió la vida a San Francisco Javier. Cuando él estaba en París conoce a Ignacio de Loyola y a los primeros que formarán la Compañía de Jesús y, en ese ambiente, escucha la frase: “¿De qué te sirve ganar el mundo entero, si al final pierdes tu alma?”

Ese es el equilibrio sobre el que tenemos que pensar. Todo lo que tenemos en la mano, dura hasta que vivimos, mientras todo lo relacionado con el alma nos sirve para la vida eterna. Es este el calculo que hay que hacer al escuchar este Evangelio.

Hay dos caminos para elegir: el camino de la cruz, el más difícil, de dar la vida por servicio a Dios y a los demás y el camino fácil, de preocuparte de ti mismo. Este segundo no te hará feliz aquí ni te dará la vida eterna. El camino contrario, el coger la cruz, el olvidarse de uno mismo, nos servirá para ganar al final la vida eterna. Es una cuestión de elecciones en un tiempo muy apropiado.