La respuesta de Jesucristo después de que Bartimeo le pidiese poner fin a su ceguera: "Vio"

El periodista y sacerdote Josetxo Vera nos da las claves del Evangelio de este domingo, 24 de octubre, en 'Chateando con Dios'

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Josetxo Vera

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La semana pasada escuchamos en el Evangelio un pasaje de oración audaz de Santiago y Juan, los hijos del Trueno, que se ponen delante de Dios y le piden sentarse a su derecha y a su izquierda. Aunque hay algo de vanidad en ellos, no hay que dejar de reconocer la audacia de ambos apóstoles que le piden a Dios el Cielo y la Vida Eterna, pero también el mejor lugar.

En 'Chateando con Dios', el periodista y sacerdote Josetxo Vera pide a los fieles imitar a Santiago y Juan. El ejemplo de audacia de este domingo nos lo pone un ciego, Bartimeo, en la puerta de Jericó.

Es ciego y vive de la limosna de la gente. Cuando oye que el Señor está saliendo de la ciudad acompañado de un gentío le dice: “Hijo de David, ten compasión de mí”. La petición del ciego Bartimeo es la que podemos hacer todos nosotros.

Hay cosas que hago mal, que necesito de ti, que no encajan en mi vida y necesito que me ayudes. La oración del invidente la hace quien se ve limitado y desgraciado, pero confiado. La gente le dice que le deje en paz y deje paso al Maestro. También nosotros tenemos ruidos en nuestra oración que nos dicen que Jesús no nos hace caso porque tiene cosas más importantes que hacer.

Lo más importante que hay en la vida de Dios eres tú. Tus pequeñas preocupaciones son grandes para Dios. Le puedes pedir lo que quieras en cualquier momento. La perseverancia de la oración del ciego a Señor, hace que Cristo se vuelva hacia él y diga... “llamadlo”.

Cristo nunca se cansa de nosotros. Dios le pide al gentío “quitaos del medio, llamadlo, que venga”. Es lo que desea de cada uno de nosotros. Y luego le pregunta... “¿Qué quieres que haga por ti?” La respuesta del ciego es clara: “Señor, que vea”.

Cada uno tenemos una ceguera en nuestra forma de vida: relaciones personales que no cuajamos, gente que miramos y que nos mira mal, un trabajo que no nos gusta... La oración del ciego es de las más cortas en las Sagradas Escrituras: “Señor, que vea”. No llega ni a diez letras. Pero se cumple. Nosotros seguramente tendremos oraciones elevadas o peticiones místicas, mientras que otros tenemos menos altura y no sabemos qué decir, nos aburrimos en la oración porque no sabemos qué pedir.

Queremos ver lo que el Señor quiere para nosotros, su voluntad hacia nosotros. Hay una tercera oración que es la respuesta a la pregunta del Señor: “Que se haga en ti la fe”. La respuesta del Señor y del ciego es que “vio”, porque su fe era muy grande.

A veces no se cumple lo que pedimos a Dios por falta de fe. Por lo que tenemos que pedir al Señor fe constante, que aumente nuestra fe hacia Él.

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