La solemnidad de Pentecostés, llegada del Espíritu Santo, protagonista en el Evangelio de este domingo

El periodista y sacerdote Josetxo Vera, nos da las claves en 'Chateando con Dios' del Evangelio de este domingo, 23 de mayo

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Josetxo Vera

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Este domingo la Iglesia celebra uno de los momentos más importantes del año, estamos cerrando todo el tiempo de Pascua y lo hacemos con la solemnidad de Pentecostés.

Recordamos de manera especial Espíritu Santo, lo recordamos en las Lecturas, lo recordamos también en nuestra propia vida porque sabemos que es el fundamento de la vida cristiana de los cristianos, sostiene nuestras buenas obras, el que impulsa las acciones que realizamos, el que nos sugiere las ideas que tenemos que tener para una vida plenamente cristiana.

Si miramos los 50 días del tiempo de Pascua nos damos cuenta de que hemos celebrado la resurrección de Jesucristo y hemos recordado los momentos en los que el Señor fue anunciando a los discípulos lo que tenían que hacer. Esa misión necesita de una acción otra vez explícita de Dios, el envío del Espíritu Santo, tercera persona de la Santísima Trinidad.

Es el tiempo en el que sentimos que nosotros hemos sido enviados y que tenemos la fortaleza para una misión. Lo escucharemos en el Evangelio de este domingo y también en la Primera Lectura. Dos acontecimientos de presencia del Espíritu Santo sobre los apóstoles y sobre la Iglesia naciente. En la Primera Lectura nos encontramos a los apóstoles reunidos con Maria, cuando de repente una gran fuerza entró sobre esa vivienda y el Espíritu Santo descendió en forma de lengua de fuego sobre ellos y salieron a predicar el Evangelio. Es la primera manifestación del Espíritu Santo que conocemos, el don de lenguas. Es algo maravilloso, gente de diversos lugares entienden a los apóstoles. Se quedan maravillados.

El Espíritu Santo le da a cada cristiano los dones que necesita para cumplir su misión particular, alcanzar el Cielo y también les da los dones para el servicio de la Iglesia. Hemos dicho hace unas semanas que se ha instituido el ministerio de los catequistas, o el de los acólitos y lectores. Misiones de la Iglesia que necesitan ser reforzadas por el Espíritu Santo. A partir de ese momento la Iglesia estará sostenida también por la acción del Espíritu Santo.

Si leemos los Hechos de los Apóstoles nos daremos cuenta de cuantos hechos milagrosos tuvieron lugar en aquellos primeros momentos del anuncio del Evangelio. Podemos recordar también como se produjeron milagros, oír a la gente hablar en su propria lengua, curación de los enfermos, sanación de personas endemoniadas. El Espíritu Santo cambia la vida de la Iglesia, la impulsa y realiza la misión que Jesucristo con una serie de dones y carismas que dan fruto a la vida de la Iglesia.

A lo largo de estos 21 siglos de historia, el Espíritu Santo sigue construyendo la Iglesia en el corazón de cada uno de nosotros. Si miramos bien hoy nos encontramos a muchas personas bendecidas con un don particular porque el Espíritu Santo actúa a través de sus dones y carismas.

En el Evangelio escucharemos también otro momento en el que el Señor envía el Espíritu sobre los apóstoles. Están encerrados por miedo a los judíos, se le aparece el Señor y les dice “Paz a vosotros”. Estas palabras son una constatación de su presencia. Cuando nosotros no vivimos en paz es porque vivimos alejados de Jesús. Ese saludo, en este caso, va acompañado de un soplo del Señor que les dice “Recibid el Espíritu Santo”. En el caso del Evangelio, ese soplo va acompañado de una misión, “perdonad los pecados”. Por eso, en la Iglesia el perdón de los pecados nos llega a través de los sacerdotes y el sacramento de la confesión.

El Espíritu Santo es al que tenemos que recurrir habitualmente cuando nuestra vida cristiana se sienta un poco languidecer y pierda su fuerza. Es una llamada para una fuerza en nuestra propia vida cristiana, es el don de Dios que nos permite incendiar los caminos de la Tierra con la luz del amor de Dios.