Los tres mandatos de San Pablo a los habitantes de Tesalónica, protagonista en el Evangelio de este domingo
El periodista y sacerdote Josetxo Vera, ahonda en 'Chateando con Dios' en el Evangelio de este tercer domingo de Adviento
Madrid - Publicado el - Actualizado
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En el Evangelio del pasado domingo, 6 de diciembre, la figura de Juan el Bautista era protagonista, al ser quien hacía la profecía de que el Mesías Salvador iba a venir, y que efectivamente luego llegó. Este domingo 13 de diciembre, se repite el mismo evangelio, porque la figura de Juan del Bautista es muy importante, tal y como remarca el periodista y sacerdote Josetxo Vera en 'Chateando con Dios'. La semana pasada escuchábamos ese Evangelio en la versión que escribía Marcos, y esta semana en la que relataba Juan, que es más larga pero es la misma narración.
Juan el Bautista aparece, anuncia que está cerca el Mesías. La Segunda Lectura es una carta con la que San Pablo se dirige a los habitantes de Tesalónica. Los habitantes estaban desesperados porque no veían que se cumpliera la llegada del Mesías, y San Juan Pablo les escribe dos cartas, y en la segunda tranquiliza a la gente diciendo que Dios es fiel en sus promesas. Es un mensaje válido también para nosotros en este tiempo. Dios cumple, no falla, no se equivoca, dijo que te salvará y así te lo ofrecerá, y tu verás si la acoges o no.
En esa carta, les da tres mandatos importantes;
1) Sed constantes en la oración, que es el diálogo personal con el Señor, y que no se debe abandonar. Para ser constantes en la oración, es preciso darse cuenta de que ahí está el Señor y te está escuchando. Que la persona que te está esperando para escucharte, te quiere. Es el sentido de tu vida.
2) Dar gracias en toda ocasión: tener conciencia de que lo que tenemos a nuestro lado es un don de Dios. Nuestro día a día es un regalo que Dios nos hace. Tenemos que ser por ello personas agradecidas.
3) Estar siempre alegres: es difícil, porque la alegría no se fuerza. El fundamento para estar siempre alegres es tener consciencia de que siempre somos queridos por Dios. Sin esa presencia de Dios en nuestra vida, nos sentimos solos, tristes y aburridos. Cristo está de tu lado, te acompaña y te sostiene.