Adviento, momento de esperar...y de saber esperar
Jesús es un personaje de la Historia y de nuestra historia, de cada uno. Adviento es tiempo de espera, pero, ¿es quedarse quieto? No
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Estamos en el tiempo de Adviento. Eso significa que estamos esperando. Esperamos el Nacimiento de Jesús. Pero, ¿nos hemos parado a pensar en esa "espera? Si la respuesta es que sí, ¿ha sido suficiente? La espera a la que nos invita el Evangelio con la voz de Isaías es a una espera...activa. Esperar haciendo algo, porque esperamos a alguien. Pueden parecer obviedades, pero viene bien recordar qué y a quién esperamos.
"¿Qué esperamos?". El nacimiento de Jesús. Esa pregunta viene de la primera parte del Evangelio. El nacimiento de Jesús se produce en un contexto en el que Anás y Caifás son los líderes religiosos del momento y Poncio Pilato está al frente del gobierno. Lo que estas referencias nos quieren decir es que Jesús vino, y viene, en un momento histórico concreto. Jesús no es un mesías inventado, si no un Dios que quiere, y entra, en nuestra historia. Parte del Amor de Dios es hacerse presente entre nosotros, en el tiempo que vivieron entonces,y vivimos ahora. Más aún, Jesús sigue queriendo nacer en la historia, pero en la tuya, en la mía y en la de todos. ¿Para qué? Para quedarse, para recorrer esa historia con nosotros. Se habla mucho de la humillación y la humildad de Jesús en la Cruz. No se queda corta en el amor y en la renuncia la decisión de querer volverse lo más pequeño e indefenso, un bebé.
"¿A quién esperamos?" Esa respuesta nos la da el profeta Isaías, que nos avisa también de lo que podemos hacer para prepararlo. Esperamos a un Niño, pero un Niño Dios. Con todo lo que hemos dicho antes, hay que leer bien a Isaías. Vuelve a leerlo. "Allanad los senderos, enderezad lo que está torcido..." ¿De qué habla? De ti, de mí, de todos. ¿Hay algo que tengamos que "allanar" de nosotros mismos? ¿Algo que "enderezar"? El pesebre donde va a nacer el Señor no es otro que tu corazón. Habrá que adecentarlo un poco. Dentro de que somos un pequeño desastre cada uno, Dios sigue queriendo nacer en ese "desastre". Estamos en tiempo. Es Adviento: momento de esperar y de esperarle.