La vida en dos monedas: dar lo que se nos ha dado

Jesús enseña en el Evangelio de hoy que dos monedas pueden pesar más que millones de ellas...si detrás de esas dos va todo lo que tenemos y somos. 

Sta. Teresa de Calcuta: "No importa lo que haces, si no con cuánto amor lo haces"

Pablo Valentín-Gamazo

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Cuando Jesús no está andando de un pueblo a otro, siempre lo encontraremos enseñando. En este caso, se fija en los ricos y los pobres. O, como siempre acaba ocurriendo con Jesús, los "teóricos ricos y sabios" y los "teóricos pobres".

Jesús critica a los sabios, no por serlo, si no por buscar el honor en los hombres y no en Dios: en la ropa, en los puestos en los que se sientan, en cómo la gente se inclina para saludarles..., etc. En definitiva, están encantados de conocerse y no les cabe su imagen en solo un espejo. Pero Jesús, que es Dios, ha tomado y toma nota de eso. Por eso, dice a sus discípulos que ya les tocará rendir cuentas de tenerse a sí mismos como dioses y sabios ante el que es Dios y Sabio.

Jesús debía ser muy observador, muy detallista. Es en un detalle donde vuelve a sorprender a sus discípulos, y a nosotros, con su enseñanza. En el lugar para echar los donativos en la sinagoga, hay quienes echan mucha cantidad de dinero. De entre todos, Jesús nos hace fijarnos en una anciana que echa solo dos monedas. Al lado de lo que han echado los otros, parece y es una miseria. Pero eso es a nuestros ojos, no a los de Dios.

Los discípulos deberían estar ya muy acostumbrados a estos reveses didácticos, a esta manera de enseñar tan particular de Jesús. Lo que Jesús les quiere dar a entender es el valor real del "dar" y del "darse". Cuando tenemos mucha comida, dinero o ropa, no nos cuesta desprendernos de un poco, ¿pero y si no? Dar sería más difícil. Por eso Cristo valora más la entrega de la anciana, porque la ofrenda de sus dos monedas es la oferta de su propia vidaLa vida no nos sobra, es todo lo que tenemos en un principio. Puesto en una balanza vale más. Nuestra vida, en lo que hacemos, en el día a día, es lo que quiere Cristo: dar lo que se nos ha dado. Jesús quiere lo pequeño de nosotros, que de hacerlo grande se encarga Él.

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