Unas 800 personas cruzan huyendo a diario la frontera de Venezuela a Brasil: "Llegan casi esqueléticos"
En 'Unidos en COPE', la misionera española Sofía Quintáns cuenta cómo acogen a estas personas que huyen de la miseria del país venezolano: "Están desamparados"
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La hermana franciscana Sofía Quintans Bouzada es misionera española en Brasil, concretamente en Boa Vista, zona fronteriza con Venezuela, y donde cada día entre 600 y 800 personas cruzan la densa sabana para acceder al país canarinho huyendo de la miseria que reina en el país que gobierna Nicolás Maduro.
Se encuentra en campos de refugiados donde conviven multitud de refugiados venezolanos. En todo el país brasileño hay repartidos más de 260.000 refugiados y migrantes de Venezuela. De hecho, ya son la mayor comunidad extranjera en el país.
Para estos refugiados, también es Navidad, como recuerda la hermana Sofía Quintans, aunque vivida de una manera diferente al Primer Mundo: “Aquí la Navidad es cada día, porque vivir en una frontera concentra la vida, es tener experiencia de que Jesús nace a las afueras de la ciudad. Nuestra preparación por tanto es diaria. Nos entregamos a los necesitados, a los más vulnerables”.
La franciscana ha precisado que no solo trabaja en los campos de refugiados. Boa Vista hace frontera con Venezuela. Cuando los ciudadanos de este último país huyen del horror, tienen que atravesar la gran sabana hasta llegar al Estado vecino: “Hasta Boa Vista llegan a pie, donde se encuentran con una operación de acogida al pueblo refugiado de Venezuela. Hay un contigente militar brasileño que les acoge con el amparo de muchas organizaciones, entre ellas la Iglesia”.
De esta manera, garantizan un paraguas de hospitalidad a los migrantes. Muchos de ellos, son derivados a los campos de refugiados: “El trabajo es enorme. Estamos en una situación de emergencia humanitaria. El sufrimiento humano es tremendo. Las condiciones en las que llegan muchos de ellos son de deterioro físico y psicológico”.
Sofía Quintans ha sido testigo de historias y dramas humanos tremendos. Desde una señora a la que no le funcionaban los riñones y llegó prácticamente esquelética a la frontera, pasando por la situación de los niños que en ocasiones se encuentran solos y desamparados: “Son situaciones muy graves. Venezuela vive una crisis estructural que afecta a los valores esenciales de las personas. Por eso, el acompañamento y el sentirse amparados y ayudados en lo básico es lo importante”.