Contra la distopía
Hoy presentamos este ensayo de Francisco Martorell Campos, una obra más que adecuada en un momento como el actual con una inédita profusión de distopías
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contra el presente en forma de malos presagios y hacia futuro en forma de pesadillas, la inédita profusión de distopías en multitud de formatos —literatura, cine, series— nos embelesa. No lo digo yo, lo dice
, doctor en Filosofía por la Universidad de Valencia con una larga carrera investigadora dedicada al estudio de la utopía y sus derivadas: si bien el género posee una larga tradición de obras y autores notables en cantidades no menos notables, momentos acongojantes como el 11S, la crisis económica de 2008 y la desconfianza derivada de los excesos posmarxistas y neoliberales son detonantes cruciales de una preferencia adictiva por las distopías.
Una distopofilia que, si bien nos sacia en la denuncia momentánea de sus advertencias y la evidencia de las consecuencias que los peores males del presente podrían tener, nos bloquea, sin embargo, para imaginar mundos mejores y acometer los cambios necesarios para evitar la supuesta debacle, en una suerte de profecía autocumplida y zozobra autoinducida: lejos de desafiar los problemas sociales de su tiempo, las distopías —las lecturas agoreras y cenizas de la realidad— se recrean con gusto en ellos.
Es la hipótesis —más o menos—de este ensayo al que hace gala su título, Contra la distopía, escrito con rigor científico e implicaciones de gran calado social que van más allá del género.