"Abriré mi boca diciendo parábolas"

Evangelio según san Mateo (13,31-35) y comentario de José María Calderón, director nacional de OMP

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Redacción Religión

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Primera Lectura

Lectura del libro de Jeremías (13,1-11)

Así me dijo el Señor: «Vete y cómprate un cinturón de lino, y rodéate con él la cintura; pero que no toque el agua.»

Me compré el cinturón, según me lo mandó el Señor, y me lo ceñí.

Me volvió a hablar el Señor: «Torna el cinturón que has comprado y llevas ceñido, levántate y ve al río Éufrates, y escóndelo allí, entre las hendiduras de las piedras.»

Fui y lo escondí en el Éufrates, según me había mandado el Señor.

Pasados muchos días, me dijo el Señor: «Levántate, vete al río Éufrates y recoge el cinturón que te mandé esconder allí.»

Fui al Éufrates, cavé, y recogí el cinturón del sitio donde lo había escondido: estaba estropeado, no servía para nada.

Entonces me vino la siguiente palabra del Señor: «Así dice el Señor: De este modo consumiré la soberbia de Judá, la gran soberbia de Jerusalén. Este pueblo malvado que se niega a escuchar mis palabras, que se comporta con corazón obstinado y sigue a dioses extranjeros, para rendirles culto y adoración, será como ese cinturón, que ya no sirve para nada. Como se adhiere el cinturón a la cintura del hombre, así me adherí la casa de Judá y la casa de Israel –oráculo del Señor–, para que ellas fueran mi pueblo, mi fama, mi alabanza, mi ornamento; pero no me escucharon.»

Salmo

Dt 32,18-19.20.21

R/. Despreciaste a la Roca que te engendró

Despreciaste a la Roca que te engendró,

y olvidaste al Dios que te dio a luz.

Lo vio el Señor, e irritado

rechazó a sus hijos e hijas. R/.

Pensando: «Les esconderé mi rostro

y veré en qué acaban,

porque son una generación depravada,

unos hijos desleales.» R/.

«Ellos me han dado celos con un dios ilusorio,

me han irritado con ídolos vacíos;

pues yo les daré celos con un pueblo ilusorio,

los irritaré con una nación fatua.» R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,31-35)

En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.»

Les dijo otra parábola: «El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente.»

Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo.»

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