"El Espíritu de Dios da vida"
Evangelio según san Mateo (5, 17-19) y comentario de José María Calderón, director nacional de OMP
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Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 17-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».
Primera lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 3, 4-11
Hermanos: Esta confianza la tenemos ante Dios por Cristo; no es que por nosotros mismos seamos capaces de atribuirnos nada como realización nuestra; nuestra capacidad nos viene de Dios, el cual nos capacitó para ser ministros de una alianza nueva: no de la letra sino de Espíritu; pues la letra mata, mientras que el Espíritu da vida. Pues si el ministerio de la muerte, grabado en letras sobre piedra, se realizó con tanta gloria que los hijos de Israel no podían fijar la vista en el rostro de Moisés, por el resplandor de su cara, pese a ser un resplandor pasajero, ¡ cuánto más glorioso será el ministerio del Espíritu! Pues si el ministerio de la condena era glorioso ya no o es comparado con esta gloria sobreeminente. Y si lo que era pasajero tuvo su gloria, ¡cuánto más glorioso no será lo que permanece!
Salmo de hoy
Sal 98,5.6.7.8.9 R/. Santo eres, Señor, Dios nuestro
Ensalzad al Señor, Dios nuestro,
postraos ante el estrado de sus pies:
¡Él es santo! R.
Moisés y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel con los que invocan su nombre,
invocaban al Señor, y él respondía. R.
Dios les hablaba desde la columna de nube;
oyeron sus mandatos y la ley que les dio. R.
Señor, Dios nuestro, tú les respondías,
tú eras para ellos un Dios de perdón,
un Dios que castiga sus maldades. R.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante su monte santo:
¡Santo es el Señor, nuestro Dios! R.