El Evangelio de hoy: “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos”

Evangelio según san Mateo (3, 1-12) y comentario de José María Calderón, director nacional de OMP

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Redacción Religión

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Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 3, 1-12

Por aquellos días, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos».

Este es el que anunció el Profeta Isaías diciendo: «Voz del que grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”».

Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.

Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y de la comarca del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.

Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo: «¡Raza de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: “Tenemos por padre a Abrahán”, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga».

José María Calderón, director de OMP España, comenta el Evangelio


Primera lectura

Lectura del libro de Isaías 11, 1-10

En aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé,

y de su raíz florecerá un vástago.

Sobre él se posará el espíritu del Señor:

espíritu de sabiduría y entendimiento,

espíritu de consejo y fortaleza,

espíritu de ciencia y temor del Señor.

Lo inspirará el temor del Señor.

No juzgará por apariencias

ni sentenciará de oídas;

juzgará a los pobres con justicia,

sentenciará con rectitud a los sencillos de la tierra;

pero golpeará al violento con la vara de su boca,

y con el soplo de sus labios hará morir al malvado.

La justicia será ceñidor de su cintura,

y la lealtad, cinturón de sus caderas.

Habitará el lobo con el cordero,

el leopardo se tumbará con el cabrito,

el ternero y el león pacerán juntos:

un muchacho será su pastor.

La vaca pastará con el oso,

sus crías se tumbarán juntas;

el león como el buey, comerá paja.

El niño de pecho retoza junto al escondrijo de la serpiente,

y el recién destetado extiende la mano

hacia la madriguera del áspid.

Nadie causará daño ni estrago

por todo mi monte santo:

porque está lleno el país del conocimiento del Señor,

como las aguas colman el mar.

Aquel día, la raíz de Jesé será elevada

como enseña de los pueblos:

se volverán hacia ella las naciones

y será gloriosa su morada.

Salmo

Sal 71,1-2.7-8.12-13.17 R/. Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente

Dios mío, confía tu juicio al rey,

tu justicia al hijo de reyes,

para que rija a tu pueblo con justicia,

a tus humildes con rectitud. R/.

En sus días florezca la justicia

y la paz hasta que falte la luna;

domine de mar a mar,

del Gran Río al confín de la tierra. R/.

Él librará al pobre que clamaba,

al afligido que no tenía protector;

él se apiadará del pobre y del indigente,

y salvará la vida de los pobres. R/.

Que su nombre sea eterno

y su fama dure como el sol:

él sea la bendición de todos los pueblos,

y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 15, 4-9

Hermanos:

Todo lo que se escribió en el pasado, se escribió para enseñanza nuestra, a fin de que a través de nuestra paciencia y del consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza. Que el Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener entre vosotros los mismos sentimientos, según Cristo Jesús, de este modo, unánimes, a una voz, glorificaréis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

Por eso, acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios. Es decir, Cristo se hizo servidor de la circuncisión en atención a la fidelidad de Dios, para llevar a cumplimiento las promesas hechas a los patriarcas y, en cuanto a los gentiles, para que glorifiquen a Dios por su misericordia; como está escrito: «Por esto te alabaré entre los gentiles y cantaré para tu nombre».

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