El Evangelio de hoy: “Extiende la mano”

Evangelio según san Marcos (3, 1-6) y comentario de José María Calderón, director nacional de OMP

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Redacción Religión

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Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos 3,1-6

En aquel tiempo, Jesús entró otra vez en la sinagoga y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo.

Entonces le dice al hombre que tenía la mano paralizada:

«Levántate y ponte ahí en medio».

Y a ellos les pregunta:

«¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?».

Ellos callaban. Echando en torno una mirada de ira y dolido por la dureza de su corazón, dice al hombre:

«Extiende la mano».

La extendió y su mano quedó restablecida.

En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con él.

José María Calderón, director de OMP España, comenta el Evangelio

Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos 7,1-3.15-17:

Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, salió al encuentro de Abrahán cuando este regresaba de derrotar a los reyes, lo bendijo y recibió de Abrahán el diezmo del botín.

Su nombre significa, en primer lugar, Rey de Justicia, y, después, Rey de Salén, es decir, Rey de Paz.

Sin padre, sin madre, sin genealogía; no se menciona el principio de sus días ni el fin de su vida.

En virtud de esta semejanza con el Hijo de Dios, es sacerdote perpetuamente.

Y esto resulta mucho más evidente si surge otro sacerdote a semejanza de Melquisedec, que no ha llegado a serlo en virtud de una legislación carnal, sino en fuerza de una vida imperecedera; pues está atestiguado:

«Tú eres sacerdote para siempre

según el rito de Melquisedec».

Salmo de hoy

Sal 109,1.2.3.4 R/. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec

Oráculo del Señor a mi Señor:

«Siéntate a mi derecha,

y haré de tus enemigos

estrado de tus pies». R/.

Desde Sión extenderá el Señor

el poder de tu cetro:

somete en la batalla a tus enemigos. R/.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,

entre esplendores sagrados;

yo mismo te engendré, desde el seno,

antes de la aurora». R/.

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:

«Tú eres sacerdote eterno,

según el rito de Melquisedec». R/.

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