"El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado"

Evangelio según san Marcos (2, 23-28) y comentario de José María Calderón, director nacional de OMP

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Redacción Religión

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Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 23-28

Sucedió que un sábado Jesús atravesaba un sembrado, y sus discípulos, mientras caminaban, iban arrancando espigas. Los fariseos le preguntan: «Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?».

Él les responde: «¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre, como entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes de la proposición, que sólo está permitido comer a los sacerdotes, y se los dio también a los que estaban con él?».

Y les decía: «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado».

Primera lectura

Lectura del primer libro de Samuel 16, 1-13

En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: «¿Hasta cuándo vas a estar sufriendo por Saúl, cuando soy yo el que lo he rechazado como rey de Israel? Llena tu cuerno de aceite y ponte en camino. Te envío a casa de Jesé, el de Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para mi».

Samuel respondió: «¿Cómo voy a ir? Si lo oye Saúl, me mata». El Señor respondió: «Llevas de la mano una novilla y dices que has venido a ofrecer un sacrificio al Señor. Invitarás a Jesé al sacrificio, y yo te indicaré lo que has de hacer. Me ungirás al que te señale».

Samuel hizo lo que le había ordenado el Señor. Una vez llegado a Belén, los ancianos de la ciudad salieron temblorosos a su encuentro.

Preguntaron: «¿Es de paz tu venida?». Respondió: «Si. He venido para ofrecer un sacrificio al Señor. Purificaos y venid conmigo al sacrificio».

Purificó a Jesé y a sus hijos, y los invitó al sacrificio. Cuando estos llegaron, vio a Eliab y se dijo: «Seguro que está su ungido ante el Señor». Pero el Señor dijo a Samuel: «No te fijes en su apariencia ni en lo elevado de su estatura, porque lo he descartado. No se trata de lo que vea el hombre. Pues el hombre mira a los ojos, mas el Señor mira el corazón».

Jesé llamó a Abinadab y lo presentó a Samuel, pero le dijo: «Tampoco a éste lo ha elegido el Señor». Jesé presentó a Samá. Y Samuel dijo: «El Señor tampoco ha elegido a este». Jesé presentó a sus siete hijos suyos ante Samuel. Pero Samuel dijo a Jesé: «El Señor no ha elegido a estos».

Entonces Samuel preguntó a Jesé: «¿No hay más muchachos?». Y le respondió: «Todavía queda el menor, que está pastoreando el rebaño». Samuel le dijo: «Manda a buscarlo, porque no nos sentaremos a la mesa, mientras no venga».

Jesé mandó a por él y lo hizo venir. Era rubio, de hermosos ojos y buena presencia. El Señor dijo a Samuel: «Levántate y úngelo de parte del Señor, pues es este». Samuel cogió el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. Y el espíritu del Señor vino sobre David desde aquel día en adelante. Samuel emprendió luego el camino de Ramá.

Salmo de hoy

Sal 88, 20. 21-22. 27-28 R/. Encontré a David, mi siervo

Un día hablaste en visión a tus santos:

«He ceñido la corona a un héroe,

he levantado a un soldado de entre el pueblo». R/.

«Encontré a David, mi siervo,

y lo he ungido con óleo sagrado;

para que mi mano esté siempre con él

y mi brazo lo haga valeroso». R/.

«Él me invocará: “Tú eres mi padre,

mi Dios, mi Roca salvadora”;

y lo nombraré mi primogénito,

excelso entre los reyes de la tierra». R/.

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