El rechazo y la acogida

El rechazo y la acogida

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

"Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida". Así piensan y así conspiran contra el justo los malvados según el libro de la Sabiduría (Sab 2, 12).

Nuestra experiencia personal y social nos dice que ese modo de actuar persiste todavía en nuestro mundo. Una persona honrada y responsable es calumniada y perseguida a veces hasta la muerte. Es más, se dictan leyes que permiten y justifican esos atropellos.

A esa violencia responde el perseguido: "Oh Dios, sálvame por tu nombre, sal por mí con tu poder? Porque unos insolentes se alzan contra mí y hombres violentos me persiguen a muerte, si tener presente a Dios" (Sal 53).

Con razón se nos advierte en la carta de Santiago: "Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males" (Sant 3, 16).

LA VERDADERA PRIMACÍA

Según el evangelio, Jesús anuncia a sus discípulos el futuro que le aguarda: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará" (Mc 9, 30-37). Hay dos fuertes contrastes que perduran hasta hoy.

Sin embargo sus discípulos no logran entender el lenguaje de Jesús. Es evidente que la perspectiva de su muerte los llena de temor. Por eso, no se atreven a manifestar sus dudas y preguntar a su Maestro por el sentido de lo que les anuncia.

Frente a esas discusiones, Jesús les explica la clave de la verdadera primacía. Él es el Maestro y el modelo. Así que quien aspire a ser el primero entre todos, ha de estar dispuesto a servir a todos, como Él mismo ha hecho con ellos.

ACOGER Y SERVIR

El evangelio incluye un texto que, al parecer, no tiene mucha relación con el anuncio de la muerte y resurrección de Jesús. Pero sí que puede ampliar la enseñanza del Maestro sobre la primacía en términos de servicio y acogida .

Señor Jesús, también nosotros pretendemos ser los primeros en la comunidad de tus seguidores. Somos muy orgullosos e ignoramos tu ejemplo. También nosotros te rechazamos porque nos incomodas. Danos humildad para acogerte y servirte en los más débiles. Amén.