Una familia en búsqueda

Una familia en búsqueda

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

"El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y cuando rece será escuchado". Estas palabras del Sirácida nos dan el tono de la fiesta de la Sagrada Familia que se celebra en el primer domingo después de a Navidad (Eclo 3,2-6).

Tras ese mensaje, el salmo responsorial proclama la dicha del varón que teme al Señor, porque gozará de su familia, reunida gozosamente en torno a la mesa (Sal127).

En la segunda lectura se recuerda a los cristianos de la ciudad de Colosas un abanico de virtudes que han de hacer armoniosa la vida de la familia. Por encima de todas ellas sobresale el amor, "que es el ceñidor de la unidad" (Col 3, 12-21).

Evidentemente, esas palabras no solo no han perdido vigencia, sino que son importantes para este tiempo, en el que se repiten y pregonan ideas contrastantes sobre el amor y la fidelidad conyugal, sobre el matrimonio y el servicio a la vida.

ANTICIPO DE LA PASIÓN

La familia encuentra una luz en el texto evangélico que evoca una peregrinación familiar al templo de Jerusalén. Contra lo que pudiera parecer, el episodio de Jesús, perdido y hallado en el templo no es un relato sobre la travesura de un adolescente (Lc 2, 48-52).

En su exhortación "Cristo vive", dedicada a los jóvenes, el papa Francisco ha escrito que en Jesús se puede imaginar a un joven que se encuentra bien entre sus compañeros y que parece gozar de una cierta autonomía y espontaneidad.

Por otra parte, este relato evangélico sobre la infancia de Jesús es un anticipo de su pasión y de su muerte. En ambos casos, el templo y los maestros de la Ley de Moisés parecen marcar un centro de interés.

De forma semejante a lo que sucede en su adolescencia, un día Jesús desaparecerá, detenido por las autoridades del templo. Y también entonces será encontrado al tercer día gracias a la intervención del Padre celestial.

BÚSQUEDA Y TESTIMONIO

En el momento en que María y José encuentran a Jesús, él les dirige dos preguntas que tienen una palpitante ctualidad también para nosotros.

Señor Jesús, tú conoces bien las tentaciones y las esperanzas de nuestras familias. Te rogamos que les concedas un rayo de tu luz. Que te busquen siempre con sinceridad para experimentar el don de tu presencia y dar testimonio de ella ante el mundo. Amén.