Los voluntarios españoles de la Orden de Malta sirven a sus enfermas en Líbano entre lágrimas de emoción

Alemanes, españoles y libaneses trabajan con ejemplar unidad y entrega para hacer sentir a sus “señoras únicas y amadas por Dios a través de nuestras personas”

Los voluntarios españoles de la Orden de Malta sirven a sus enfermas en Líbano entre lágrimas de emoción

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Tres días después de nuestra llegada al Líbano, donde tiene lugar el Camp de emergencia de la Orden de Malta con enfermas mentales y en el que participamos en representación de la Asamblea Española, hoy llegó el momento de recibir a nuestras señoras. Proceden del centro Deir el Qamar, regentado por las Hermanas de la Cruz, orden hospitalaria de fundación libanesa.

Muy temprano salieron hacia allí un voluntario de cada uno de los países que participamos en este camp (Líbano, Alemania y España). Casi a la misma hora, las banderas de estas tres naciones hermanadas durante estos días en el servicio y la fraternidad ondeaban juntas en la entrada del centro Chabrouh, donde nos encontramos y donde las esperábamos impacientes.

Tras la oración matinal y el desayuno, el “masul” (jefe del camp) ha comunicado a cada voluntario el nombre de la persona a la que servirán durante estos días. Os recordamos que en estos programas de nuestra orden cada voluntario se dedica exclusivamente a una sola persona, “one & one”, lo que le permite prestarle todo el tiempo y todas las atenciones necesarias.

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Sofía, una joven voluntaria, explica cómo están siendo sus primeros días en el Líbano

Sofía, una joven voluntaria, explica cómo están siendo sus primeros días en el Líbano

El resto de miembros de los contingentes a los que no se les asigna un “guest” asumen las funciones domésticas, incluidos nuestra jefa, Águeda, que al llegar al camp se convierte en una “mommy” (cocinera), y nuestro capellán, abuna Manolo, que el tiempo que no emplea en su misión pastoral lo pasa en un pequeño cuarto conocido como el “dish washing”, dedicado al lavado de platos y demás enseres del comedor. Lo que toque, con el único fin de que los demás miembros del camp puedan volcarse de lleno en hacer sentir a nuestras señoras como únicas y amadas por Dios a través de nuestras personas.

Mientras aguardábamos su llegada, los tres equipos que se han formado ha pasado el resto de la mañana reunido con su respectivo “team leader” (jefe de equipo). Cada equipo está conformado por voluntarios de los tres países, y pese al modo “one & one” en que se trabaja en los camps, el “team” siempre adquiere gran importancia a la hora de afrontar el día a día de cada camp.

Coincidiendo con la hora del Angelus, llegaron al camp nuestras señoras. Fueron recibidas en las puertas del centro por todos los participantes entre aplausos y cantos. La acogida se hace personal cuando cada voluntario espera a pie de la puerta del autobús a la enferma a la que se va a dedicar durante su estancia y la acompaña al interior del centro hasta su dormitorio. Resultan especialmente emotivos los reencuentros con aquellas personas a las que ya se ha servido con anterioridad.

Águeda y abuna Manolo vivieron hoy esa sensación, pues algunas de nuestras señoras que acababan de llegar eran las mismas con las que ambos vivieron su primer camp en este mismo centro. Acudieron en representación de la Asamblea Española de la Orden de Malta, junto con ocho españoles, invitados por la delegación alemana, fundadora de estos camps hace más de veinticinco años. De aquella experiencia surgiría lo que hoy ya es cada verano el camp español en Kfardebian, donde guardamos la cuarentena hasta ayer.

Llegada del autobús con las mujeres enfermas

Llegada del autobús con las mujeres enfermas

Pero no todos fueron alegrías con la llegada de nuestras señoras este viernes. Espe, una de nuestras voluntarias, veterana ya en este servicio, veía como todas las “guest” iban bajando del autobús y nadie nombraba a la que se le había asignado. Cuando le informaron de que esta persona finalmente se había quedado en el centro, sus ojos expresaron lo que se siente cuando se espera a alguien amado tras un largo viaje y no se le ve llegar en el momento señalado. Su señora era, y será por ahora, una desconocida, pero ella ha venido desde España y ha aparcado su trabajo solo para servirla.

Alan, nuestro “masul”, ha reaccionado inmediatamente pidiéndole a un voluntario libanés que permitiera a Espe asumir su misión, mientras él pasaría a ser “jumper” (saltador). Como su nombre sugiere, este ministerio consiste en ir “saltando de unos a otros”, reforzar y apoyar a los “helpers” si en algún momento necesitan separarse de su “guest”.

Con cinco de nuestros voluntarios (Rosario, Espe, Muriel, Carlos e Imanol) al cargo de sus respectivas señoras, Sofía como “team leader”, Águeda en la cocina y el lavadero de ropa, y abuna Manolo al cargo de la vida espiritual del camp, así como de la limpieza y abrillantado de platos, vasos y cubiertos, esta delegación española ya está poniendo su granito de arena en este camp de emergencia que queremos vivir a la luz del primero de los “Gozos del voluntario de la Orden de Malta”: Nuestro servicio a los enfermos consiste en poner en práctica la palabra del Señor: «Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme» (Mt 25, 35-36).

En los siguientes días, os iremos contando cómo es una jornada en nuestros camps. Ahora nosotros tenemos el “Almaza time”, pero es tarde y tendremos que dejar para otro día la explicación de este momento final en nuestras jornadas.

Desde Chabruh, en el valle de Faraya del Monte Líbano, y para todos los lectores de Aleluya, les escribió la delegación española en el Camp de emergencia de la Orden de Malta.

Mañana más, si Dios quiere.

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