
Madrid - Publicado el
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El seguimiento del Señor en este Tiempo de Cuaresma toca ya el culmen de su Obra Santificadora. Nos encontramos en el Domingo de Ramos. Una fecha señalada porque desde hace cuarenta días hemos venido preparando los Misterios Centrales de la Fe, que dieron comienzo con la Solemne Entrada de Cristo en Jerusalén.
Cuando sube a la Fiesta de Pascua con sus discípulos, al llegar a Betfagé, cerca de la Ciudad Santa, Jesús encarga a dos que vayan en la aldea de enfrente donde se van a encontrar con un pollino atado a su madre. Les pide que se lo traigan y que si alguien les pide cuentas digan que es para el Señor y que pronto lo devolverá. Y así sucede.
En cuanto lo encuentran y le desatan algunos les preguntan molestos por lo que hacen, pero cuando les contestan lo que les dijo, se lo autorizan. Cuando va avanzando montado en la cabalgadura se cumplen las palabras del Profeta Zacarías: “Glorifica al Señor Jerusalén y gózate. Mira a tu Rey que viene a ti Justo y Victorioso montado en un asno, en un pollino de borrica”.
La gente alfombra con sus mantos el paso del que viene en Nombre del Señor al que aclaman bajo las alabanzas de “Hosanna al Hijo de David”. Algunos de entre la multitud son fariseos que se han amotinado al ver el acontecimiento. En un gesto de falso celo por el Templo le piden que mande callar a la multitud.
La respuesta del Nazareno es rotunda: “Si estos callan gritarán las piedras en su lugar”. El Domingo de Ramos comenzó en la Iglesia Madre de Jerusalén. Esto hizo que este día se proclame el Evangelio de la Entrada Triunfal. Tiempo después lo asumió la Iglesia de Roma, motivo por el cual se lee la Pasión del Ciclo que toque -este año según San Lucas- ya que estamos en la Semana de Pasión.