
Madrid - Publicado el
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Una de las mejores reflexiones de los servidores del Evangelio, es aprender de la Cruz de Cristo. Como Él dice “Si el mundo os odia, sabed que antes me ha odiado a Mí”. Hoy celebramos a San Estanislao, gran aprendiz de este Misterio. Nace cerca de Cracovia en Polonia en el año 1030.
Sus padres consideraron este nacimiento como un verdadero regalo de Dios porque ya eran de edad avanzada. Se habían pasado tiempo pidiendo un descendiente y el Señor se lo concedió. Fruto de ello, le consagraron a Dios desde el principio. Su infancia siempre estuvo caracterizada por una educación netamente cristiana.
Tras cursar estudios en Polonia y París, se ordenó sacerdote, siendo nombrado párroco de la Catedral, y mostrando un gran celo pastoral. También fue archidiácono por deseo expreso de su propio Prelado. Designado Obispo, se mostró reacio a aceptarlo, dada su humildad. Sin embargo la obediencia le hizo acogerlo como un encargo de Dios.
Su Ministerio Episcopal mostró un gran cuidado por todos, tanto laicos como sacerdotes. Había ascendido al Trono el rey Boleslao. Era un hombre muy capaz y de gran talla para resolver las dificultades que se presentasen en el país.
Pero su vida desordenada y sus costumbres corruptas dejaban que desear y todos se quejaban de la forma de proceder. Esto fue motivo de escándalo entre los súbditos. El Santo obispo le quiso encauzar pidiéndole que cambiase. Él no aceptó correcciones.
Finalmente le excomulgó. Así sube el nivel de enfrentamiento. Entonces el monarca se enfrenta a él le asesina en el año 1076. Por ello muere mártir. El culto a San Estanislao se difunde rápidamente por toda Europa y Asia.