
Madrid - Publicado el
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Siempre cuesta el día a día en el camino de la Fe. Hoy avanzamos cada día un poco más hacia el Misterio Pascual. Y en esta jornada la Iglesia nos presenta a San Eustaxio de Lüxeil. Nacido en Borgoña en la segunda mitad del siglo VI, fue discípulo de San Columbano, monje irlandés que había marchado de su tierra hacia Las Galias, llegando, incluso, a Italia.
Eustaxio tiene ganas de vivir al estilo de los grandes anacoretas orientales, ingresando en el Monasterio de Lüxeil, a cuya vera nacieron otros conventos de gran categoría. Algunos problemas habrá con la reina, reaccionando Columbano.
La paz anterior se rompe y Eustaxio se quiere marchar a Austrasia, lugar fundado por los merovingios. Unido a Columbano, marcha a predicar la Palabra de Dios a orillas del Rhin, llegando hasta Suiza.
A su regreso, nombra a Eustaxio Abad de Lüxeil, época llena de grandes frutos espirituales y humanos, debido a la madurez, alcanzada por el propio Santo. Como consecuencia de ello, hasta seiscientos varones sienten la llamada de Dios a la vida contemplativa.
Pero llega la prueba al Monasterio donde, alguno de los monjes, imbuido de una relajación de costumbres, insiste en predicar quedando fuera de los claustros. Al final la sapiencia del Abad logra poner orden a un conflicto que se agravaba por momentos. Sin embargo su salud se deteriorará, pero él lo lleva ejemplarmente. San Eustaxio de Luxeüil muere en el año 625.