Madrid - Publicado el
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La sencillez siempre ha mostrado su impronta en muchos Santos. El de hoy es la gran humildad, porque supo sentirse un pobre cura de pueblo en medio de su cometido pastoral: San Juan XXIII. Ángelo Roncalli nace en Soto Il Monte el año 1881. Su familia es muy pobre y él recibe una esmerada educación religiosa, con una gran devoción a La Virgen.
Un día siente la vocación, pero sus padres le quitan la idea porque no pueden correr con los gastos que asumirá un tío suyo. Ordenado sacerdote estudia Derecho Canónico. Una vez terminado el periodo de formación y enseñanza, se pone a disposición de la Santa Sede para trabajar en temas diplomáticos. Primero irá como Legado a Bulgaria para resolver la falta de entendimiento entre católicos y ortodoxos.
Tras esta experiencia es enviado a Turquía donde tendrá que ayudar a muchos judíos que sufrían el holocausto nazi. Finalmente debe servir en la Nunciatura de París donde tendrá como colaborador a Giovanni Battista Montini. Nombrado Patriarca de Venecia y creado cardenal, a la muerte de Pío XII, es elegido Papa con el nombre de Juan XXIII.
Así dejaba claro que el Pontífice del siglo XIV con este nombre era ilegítimo. En su Papado rompió el concepto de muchos que le imaginaban como un “Papa de transición” dada su edad. Preocupado por la paz escribió la Encíclica “Pacem In Terris”, así como la “Mater et Magistra” para hablar de la Iglesia.
Y en enero de 1959 ante un grupo de cardenales dejó perplejos a todos al anunciar la convocatoria de un Concilio Ecuménico, el Vaticano II. Debía suponer llevar el Evangelio a todos los hombres dando respuesta a sus problemas, con el “aggiornamento” que era “la puesta a punto”. San Juan XXIII muere en 1963 y fue tenido desde el principio por creyentes y no creyentes por Santo.