Madrid - Publicado el
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El Señor ha elegido su Pueblo: Israel en el Antiguo Testamento y la Iglesia como el Pueblo de la Antigua Nueva. El calendario nos lleva hoy hasta San Moisés, guía de Israel hacia la Tierra Prometida. Tal y como relata la Escritura, al morir José, llega a Egipto un nuevo faraón que esclaviza al pueblo hebreo, decretando, incluso, la matanza de todos los niños varones recién nacidos arrojándoles al río Nilo.
En estas circunstancias nace Moisés cuyo nombre significa “salvado de las aguas”. Tras una infancia en la corte egipcia, donde el rey lo adopta como hijo. Un día ve a un capataz egipcio que maltrata duramente a un israelita. Encendido de cólera mata al guardia y le entierra, pero el hecho se divulga y huye al desierto. Allí Dios le escogerá para salvar del cautiverio a los israelitas.
La llamada será mediante la visión de una zarza que ardía sin consumirse. Por eso tiene que presentarse varias veces con su hermano Aarón al Faraón para pedirle en vano la liberación de los hebreos. Diez plagas harán falta para que el rey de Egipto no les deje salir, sino que les eche. De esta forma se cumple el Plan del Señor que a cada uno le da el momento concreto para alcanzar su aspiración.
Después de obtener la libertad, él les lleva por el desierto durante cuarenta años. En este tiempo, Yavé le entrega los Diez Mandamientos, como la Alianza que establece con su pueblo. Hombre fiel al mandato del Cielo, vive también momentos de desconfianza, como es el caso de la roca de Horeb, donde golpea dos veces en la misma piedra, desobedeciendo la orden divina.
Por este motivo, muere antes de que el pueblo entrase en la Tierra Prometida. Desde el Monte Nebo donde muere, Yavé le permite ver la Tierra que da en heredad a Israel, pero no le deja entrar.