
Madrid - Publicado el
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La fidelidad a Dios se muestra en todas las pruebas y dificultades. Hoy es la conmemoración de San Sixto III. Accede al Papado tras la muerte de San Celestino I, en el año 432. Sus ocho años de Pontificado estuvieron llenos de multitud de exigencias, en respuesta a todos los problemas planteados.
Uno de ellos fue la herejía pelagiana, que combate este Papa y que condenaría su sucesor, el Pontífice Zósimo. Dicha desviación, promovida por el monje Pelagio, decía que no era necesaria la Gracia Divina para realizar buenas obras.
Esta polémica hace que Sixto escriba dos cartas al Obispo Aurelio, que condenó, por seguir este error, a Celestio. Pero las dificultades seguirían, esta vez, de la mano de Nestorio. Este Obispo de Constantinopla, oriundo de Antioquia, defendía que Cristo no era una Persona Divina que sustenta las dos naturalezas –la divina y la humana-, sino que en Él había dos Personas.
A eso añadía que la Virgen María no era Madre de Dios. Ello obligó a la convocatoria del Concilio de Éfeso en el año 431, con una rotunda condena, señalando que Cristo es una Persona Divina que sustenta dos naturalezas.
Los esfuerzos del Papa para obtener la conversión de los difusores del error fueron malinterpretados, de modo que, gracias al Concilio convocado por el emperador Valentiniano, quedó restablecido su buen obrar.
Esto contribuyó a serenar las aguas y volver todo a un estado de paz y calma. El Papa San Sixto III muere en el año 440, no sin antes dejar restablecidas en la Ciudad Eterna las Basílicas de San Pedro, San Lorenzo y Santa María La Mayor.