SANTORAL 4 ABRIL
El esclavo que encontró la libertad y a Dios como cocinero
San Benito de Palermo, llamado "El Negro", conoció que Dios anda entre los pucheros y entre las paredes de un monasterio
Madrid - Publicado el - Actualizado
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En la Cuaresma se nos hace mucho hincapié en que debemos huir del cautiverio del pecado, raíz de cualquier mal de los que padecemos habitualmente. La Cruz siempre es liberación del yugo de la esclavitud que nos oprimía y, a lo largo de los tiempos, han aparecido muchos tipos de atadura que nos invitaban a luchar contra ellos para sentir la verdadera liberación desde el Calvario para llegar a la Pascua.
Hoy celebramos a San Benito de Palermo. Su ascendencia de padres africanos y esclavos, hace que le pongan de sobrenombre “el Negro” y alude a ese cautiverio del mal. Un ambiente de cautiverio que también vivirá él en su infancia donde será pastor para el amo que, con el tiempo, le otorgará la libertad.
Después de trabajar por su cuenta durante un tiempo, cuando entra en la década de los veinte años, repara en un grupo de eremitas franciscanos que le acercan al carisma de San Francisco. Sin embargo, aquel grupo se disuelve, pero no el espíritu monacal de Benito que llama a las puertas del Convento de Monte-Pellegrino, a poca distancia de Palermo. Una vez admitido, y dado que no sabe leer ni escribir, encuentra su puesto como hermano lego que se dedica a las tareas culinarias.
A pesar de las disciplinas que mandan simplificar lo posible la comida, él tratará de esmerarse en los platos que prepara, aun dentro de la sobriedad. Así pasará inadvertido hasta que los monjes le eligen abad, porque responde al perfil de la sencillez que se pide. Su aceptación fue más por obediencia que por propio gusto, en un clima donde estableció las normas al más puro estilo franciscano. Pero no estaría así mucho porque después de ser maestro de novicios, volvió a la cocina, viviendo desde este servicio el resto de su vida.