Los Santos Cornados: hermanos de sangre y en la Fe

Dios nos quiere salvar a todos aunque la respuesta sea personal. Por eso no faltan familias que sus miembros, o buena parte de ellos, va a una a servir la causa del Evangelio aunque sea a riesgo de sus vidas. Eso les pasó a los Santos Coronados, cuya memoria es hoy viernes 8 de noviembre. La Iglesia que tiene Roma en honor de estos cuatro santos, surge en el siglo IV, levantándola el Papa Pascual II de nuevo tras ser destruida por los normandos.

Las actas del martirio, antiguas e históricamente fiables, mencionan a cuatro hermanos que son considerados en el ejército, pero también entre los creyentes, dada su adhesión a Cristo, en su participación en la Eucaristía y demás momentos de encuentro en las catacumbas. La prueba surge cuando Diocleciano recrudece la persecución contra los cristianos, considerando una superstición la adoración al Crucificado. 

Ellos siguen en el cumplimiento de su deberes como soldados, pero obedeciendo antes a Dios que a los hombres. Si hay momentos oficiales de sacrificar a los ídolos ellos no lo hacen. Saben el reto al que se enfrentan pero no tiene miedo a pasar por él, porque saben que su recompensa será grande en el Cielo. Entonces es cuando son detenidos y ajusticiados, reafirmándose todavía más en su Fe.

No existe en su corazón ni un sólo momento para retroceder aunque los captores busquen su apostasía para sacrificar a los dioses. Así entregan la vida por el Reino de los Cielos. Tras su muerte, los cristianos les sepultan en la Vía Labicana, instituyendo el Papa Melquíades su fiesta, mientras el Pontífice Honorio levanta una Iglesia en su honor donde se conservan las reliquias.