Los Santos que derramaron su sangre a orillas del río Cidacos
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Entramos en la celebración del último domingo previo a la Cuaresma donde viviremos el camino de Cristo hacia la Pascua pasando por la Cruz. Esa Pasión del Señor da fortaleza a cuantos santos han seguido sus huellas de sufrimiento y derramamiento de sangre a lo largo de los siglos desde el comienzo de la Iglesia. Claro ejemplo lo vemos en la festividad de los Santos Emeterio y Celedonio de hoy.
Muchos relacionan su nacimiento en Calahorra donde también fueron martirizados, y otros les sitúan en León. Precisamente en la Iglesia del Salvador de Calahorra, se conservan las actas del hecho martirial. La prueba que sufren estos dos militares, después de ser reconocidos sus méritos, es la de servir a los dioses romanos o seguir en la Fe del Señor Jesús.
Cuando optan por esta segunda idea, son encarcelados con el fin de que reflexionen y cambien de parecer. Pero reafirmados en el seguimiento de Cristo, dejarán claro que, tal y como el Maestro habla en el Evangelio, “Hay que dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Y en clara alusión a esto, aseguran que, desde su servicio como militares de Roma, ya han dado lo que era propio del Emperador. Así son condenados a muerte, fijando como lugar de la ejecución el río Cidacos.
La Providencia se servirá de sus dotes de recios soldados, para hacerles fuertes en el combate. Los presente fueron testigos de cómo sus almas subieron al Cielo y muy pronto los calagurritanos dieron culto, a los que, actualmente, son sus patronos y protectores.