Nuestra Señora la Virgen de los Dolores

Con su inmenso amor y dolor de Madre, se une al Hijo en sus sufrimientos y padecimientos en favor de la salvación de la humanidad. Por ello, María recibe el título de Corredentora

Nuestra Señora la Virgen de los Dolores

Redacción Religión

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Muchas festividades cristianas viven unidas de tal manera que una no se puede entender sin la otra. Si ayer vivíamos la Exaltación de la Santa Cruz, hoy la Liturgia, nos propone a Nuestra Señora la Virgen de los Dolores. El Apóstol San Juan en su Evangelio destaca la presencia de María junto a la Cruz de Cristo. Así, con su inmenso amor y dolor de Madre, se une al Hijo en sus sufrimientos y padecimientos en favor de la salvación de la humanidad. Es por ello, por lo que recibe el título de Corredentora.

La representación de la Virgen al pie de la Cruz, ha sido un aliciente para los creyentes, quienes, descubren el valor de la redención y la malicia del pecado. María, que nos muestra en su regazo al Niño Jesús, fruto bendito de su vientre, se nos presenta también como abogada, ante el Hijo, que no cesa de ofrecerse por nosotros y entra, de una vez para siempre, en el Tabernáculo del Padre. A la que Simeón profetizó que una espada atravesaría su alma, hoy la vemos fiel al Plan de Salvación. Bajo tu protección nos acogemos Santa Madre de Dios.

Santoral del 13 de septiembre: Nuestra Señora de los Dolores

En la Edad Media se celebraban los Cinco gozos de la Virgen, a los que se añadió los Cinco Dolores camino del Calvario, difusión llevada a cabo por los frailes servitas cada tercer domingo de septiembre. El año 1472, Benedicto XIII quiso que la Semana Santa tuviese un preludio mariano. Por eso, el viernes anterior al Domingo de Ramos sería un día dedicado a la Dolorosa. Popularmente, todos le llamamos Viernes de Dolores.

La celebración se originó en Colonia en el siglo XV y en 1727 se propagó por toda la Iglesia bajo el Nombre de los Siete Dolores, hasta llegar así a la Fiesta de nuestros días. En 1814, el Papa Pío VII encontró una buena manera de unir a los creyentes en el acompañamiento a María en su Corredención al pie de la Cruz.

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