San Antonio Mª Claret: Misionero del Inmaculado Corazón de María

Nos encontramos en el Domingo Mundial de la Propagación de la Fe -DOMUND- donde se recuerda a tantos hombres y mujeres que han salido de su tierras de origen para predicar el Evangelio a lugares donde no se ha oído hablar de la Buena Nueva. Hoy, Domingo XXX del Tiempo Ordinario es la festividad de San Antonio María Claret, misionero como pocos en el siglo XIX con una dilatada trayectoria de evangelización y un carisma importante para la Iglesia.

Nace en Sallent (Barcelona) en 1807. Desde su infancia, mostró un gran amor a la Eucaristía y a la Virgen. A esto se unía el afán por leer libros. En las lecturas de esos libros se fraguó su vocación sacerdotal. Tras probar en diversas congregaciones, se ordena sacerdote y es destinado a su pueblo natal.

En la plenitud de la vida, funda los Hijos del Inmaculado Corazón de María, marchando posteriormente a Santiago de Cuba, donde será Arzobispo y donde realizará una labor imponente. A su vuelta, entra en la corte como confesor de la Reina Isabel II, servicio que él acepta por obedicencia buscando la parte positiva de ese encargo pastoral. Cuando ella recorrió las distintas zonas de la Península, el Padre Claret aprovechaba la ocasión que la Providencia le brindaba para sembrar la semilla del Evangelio adondequiera que fuera.

Pero también le tocó sufrir las consecuencias de la incomprensión y acompañar a la reina al destierro, aunque todos estos acontecimientos los leía desde el punto de vista sobrenatural. San Antonio María Claret participó en el Concilio Vaticano I, muriendo en el año 1870. Por entonces el carisma fundado por él ya se encontraba en una gran expansión en todo el mundo.