San Antonio María Claret, hijo del Corazón de María
Madrid - Publicado el
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El amor de Dios siempre acompaña en los momentos más difíciles a los hombres. Hoy es San Antonio María Claret que sintió la fortaleza del Espíritu en tiempos de graves dificultades. Nacido en Sallent (Barcelona) en 1807, fue bautizado el día de Navidad. La frágil salud de su madre hace que sea puesto en manos de una nodriza. Pronto aprenderá el oficio de tejedor, hasta que siente los primeros indicios de vocación sacerdotal que le llevan a ingresar en el Seminario y ordenarse.
Tras fundar la Orden de los Claretianos en Vic, él mismo será un verdadero misionero por toda Cataluña. El nombre completo de la Fundación es Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. Nombrado Arzobispo de Cuba, recorrió toda la Diócesis que le tocó pastorear en la que mostró un gran celo por las almas, sufriendo mucho. Uno de los principales problemas era la esclavitud, en la que estaban implicados los intereses de la trata y muchos magnates cristianos asumían esta lacra.
Un día quemando dos papeles mezcló las cenizas y el explicó a alguien que de la misma forma que no se distinguen las cenizas de uno y otro así seríamos ante el Señor el día del Juicio. De nuevo en España, acrecienta sus trabajos en bien de la Iglesia, lo que le da disgustos. Posteriormente es llamado a la Corte donde desempeñará el servicio de Confesor de la Reina Isabel II. El 8 de diciembre de 1869, va a Roma donde será uno de los Padres Conciliares.
Ahí tiene mucha parte en la defensa de la Infalibilidad Papal en materia de Fe y costumbres pertenecientes a la moral, y que será proclamada como Dogma de Fe. Gran devoto de la Eucaristía a la que profesaba un Amor excepcional, también tiene una sincera devoción a María. En su lecho de muerte, pide un Confesor, alegando: “Antes de arreglar las cosas de la salud humana, hay que dejar preparadas las cosas con Dios”. Así entrega San Antonio maría Claret su alma al Señor en 1870.